DE EDUARDO GARCÍA IBÉRICO Y LA ENTROPÍA DE LOS VILLANCICOS PICANTES
Más allá de la derecha y su lucha ejemplar contra el desorden del universo, más allá de la ultraderecha y su legendaria briega contra el vacío en el que tiemblan ateridos los átomos, más allá de Dios, a su infinita derecha, está Eduardo García Serrano. Y tiembla el misterio. Pudimos asistir no hace mucho a sus revelaciones matinales desde las higueras radiofónicas en "Sencillamente Radio" o en "Buenos Días, España", aunque los más veteranos incluso recordarán sus parábolas (balística con metáforas) en las sagradas páginas del blanco y oloroso periódico El Alcázar (blanco y oloroso por extinto). Ahora gozamos de su presencia televisada como tertuliano extraterrestre en "El Gato al Agua", de "Intereconomía", y los creyentes no cabemos en nos con sus intervenciones en los humanos asuntos. Hijo de otro extraterrestre, Rafael García Serrano, exégeta de Franco, a Eduardo García Serrano el totalitarismo le viene de natural en los genes, concretamente en el cromosoma 36, que en los reaccionarios de base es duplo y a él le salió tricornio, y la intransigencia que le caracteriza de un superpoder que tiene en la piel: no sólo puede practicar la respiración cutánea sumergido en el espíritu nacional, sino que también puede realizar la fotosíntesis (de toda una vida) con un póster de José Antonio Primo de Rivera. Y aunque su talla moral es indiscutible, su talla física no, que depende de cómo tenga de sublimado el Alzamiento esa mañana, y eso son unos centímetros más o unos centímetros menos, y unas veces se crece a la vista y otras al oído: no se han escuchado mejores sardinas arengas por la radio desde que Queipo de Llano llamó a la violación de todas las rojas en la guerra civil. Qué soflamas. Qué proclamas. Qué ardor patrio en busca del paleofascismo en el Mío Cid y el Tuyo Nod. Y venga a llamar los trilobites por teléfono a darle la razón. Y venga los apoyos desde el mesozoico. Generales retirados, amigos de Intxaurrondo, nietos de Juana la Loca reivindicando el regreso a la semilla, la quemazón del orden que nos falta como el picor del miembro que le faltaba a Millán Astray, la polla en verso de la falange. ¡Fuera la educación sexual de los colegios! ¡Fuera los maricones de España! ¡A mí la Legión! ¡Viva la cabra! Y el gato al agua... Pero hubo una mañana hace algunos años ya en la que cargó contra los terroristas (faltaría menos) y el pegamento de su discurso atrapó a más moscas que las habituales filofascistas. Durante unos quince minutos estuvo emitiendo unos ultrasonidos de un poder que me dejaron tocado. Sonado. No fui de los que llamaron completamente hipnotizados ("Haz de nosotros lo que quieras: a quién hay que matar"), pero allí ocurrió algo que helaba la sangre. El capitán Nemo tocando su órgano en las profundidades. El populismo más embriagador. El fanatismo de un iluminado y las moscas que se achicharraron tan a gusto durante esos minutos de radio. Y recuerdo que sentí una alarma interior. Aquel tipo era peligroso. Exactamente ése fue el término que me vino a la mente: "peligroso". Como si me enseñaran la foto de un enemigo para no despistarme con él. Para saber a quién iba a tener de fijo en la trinchera de enfrente, si llegaba el caso... Afortunadamente, no he vuelto a oírle ni tan mesiánico ni tan inspirado, y tranquiliza bastante verle perder las formas a menudo, pero si a alguien se le ocurre reclutarlo para montar un partido neofascista a la manera de Austria o Hungría o, mismamente, Francia, tendríamos un problema con el aglutinador de moscas que digo. Otro detalle del menda, y que me parece muy significativo, es que tiene el mismo sentido del humor de un adobe. El típico rasgo de la derecha más rancia y seca. Una risita impostada que tira para atrás y que espero que alerte a las moscas bien nacidas para no arrimarse a esos cantos de sirena azul falange y continúen su vuelo errático buscando sus mierdas de siempre, tan populares como las fascistas, tan populistas como las de derechas, pero sin peana ni cristo que las fundara: la libertad en la que tiemblan ateridos los átomos con los electrones más rojos, y la entropía en un villancico picante. A las cinco de la mañana. Por ejemplo. Dicho queda.
Ahí van estos versos de un villancico anónimo: "Alma mía, entre quedo, / que mestoy muriendo de miedo". Léelos en "Poesía erótica de los Siglos de Oro".
ResponderEliminar(El "cromosoma 36" y las "sardinas arenga", insuperables.)
Con esos caracolillos ramplones que luce en el cogote pareciera que se quedó sin gomina a medio camino y mojó el peine con saliva..
ResponderEliminarMuy buen análisis y con originalidad sobre este tipejo salido de las cavernas. Yo también tengo un análisis sobre él; aunque quizás más ensayístico y analítico que literario. Un saludo
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