martes, 23 de octubre de 2012

HERMENEGILDO SÁBAT, ONETTI y yo




Un gran dibujante argentino. Hermenegildo Sábat. Va una muestra de su pasión por Onetti. Arriba, la mía. Mi pasioncilla por el tumbado de la Avda. de América. Una promesa que le hice a Blanco cuando me dio la pista del maestro. Creo que sus piezas vienen todas de un libro titulado "Onetti, el pesimista militante". Qué maravilla a las ceras, las acuarelas y los carbones. Chapeau. Mi dibujillo es fallido por todas partes hasta que se pareció. Fracaso tras fracaso hasta la derrota final. Puro Onetti, eso sí.

SIMBOLISMOS POR TODAS PARTES


Estoy viejo. Veo simbolismos por todas partes. Esa exposición de las joyas de Cartier en el Museo Thyssen, por ejemplo. Lo más apropiado y necesario en estos momentos. Joyas. A María Antonieta le parecía una tontería que el pueblo no tuviera un pan que echarse a la boca. Que comieran pasteles, decía la frívola. Le cortaron la cabeza. En la Corte Española a lo más que hemos llegado es a intentar cortarle los árboles a Tita Cervera hace unos años. Ni para el pueblo, jodiendo el hermoso Paseo del Prado, ni para el Ayuntamiento, que perdió el pulso contra la Brigitte Bardot de los castaños/focas. El poder de la pasta. La Pequeña Mrs. Sunshine de los sesenta, Carmencita Cervera, fue una niña revenida que su madre llevaba por escenarios y lo que no eran escenarios por aquello del dinero y por aquello de colocarla y colocarse. Los títulos en España siempre se han comprado, desde los nobiliarios hasta los de Miss España, así que no era mala banda sobre sus turgentes pechos la de Reina Pija de la Feria Franquista para que la niña probara a arrimarse a cualquier multimillonario que se le pusiera a tiro, por amor. Lex Barker (Tarzán; muerto en pleno divorcio, le dejó sin taparrabos), Johnny Hallyday, Espartaco Santoni (venga intelectuales), Al Pacino, quién sabe si también Frank Sinatra, Dean Martin o Robert Wagner, corazones "insolventes" y siempre gente llana y numerarios del vulgo por los que también anduvo piando su belleza... La tónica de esos años parece ser que era conseguir todo el cash de amor que necesitaba de ellos, y volar al corazón de otra cartera a por más amor con dígitos. Así hasta que dio con el hombre de sus sueños. El varón. El Barón. Qué le importaba a ella que los Thyssen hubieran flirteado tan seguido y bonito con los nazis (una buena rama de ellos) o que esa pasta aristocrática procediera todita ella de vender cañones como rosquillas a quien pudiera pagarlos... Se casaría con él por Amor. El Amorazo de su vida. Hasta quitarle el taparrabos, como a Tarzán. Tal cual, en forma de cuadros. "¿Me los cuidarás cuando yo me muera, Carmencita?" Como oro en paño, querido. ¿Te parece bien en un museo en España? Ah, perfecto, perfecto... Y la palmó. Pero vaya si cuidó la "herencia" de los bienes compartidos. Como la taquillera canalla de un cine porno. ¿Queréis porno impresionista, paisanos? Alquiler de los cuadros al gobierno de España y cobrar las entradas al museo a lo que a la cabaretera le ha dado la gana. Una manera que te rilas de cuidar los cuadros. Otra, venderlos cuando a la rubia le falta cash. "La Esclusa", por ejemplo. Un Constable. 28 millones de euros. La exclusa perfecta para que a sus chalets no les falte un chulazo, a sus yates una bodega de Moet Chandon y a sus caprichos de intelectual comprometida todos los euros que puedan tintinear cayendo en una inmensa vagina imaginaria hasta que deje de sonar el eco... Por eso me parece una soberana mierda la colección de pasteles de Cartier que inaugura la pija de Tita María Antonieta Cervera para que el pueblo de Madrid ni siquiera los vea por el escaparate. A esto le añades que el consumo de lujo se ha disparado obscenamente en este país y la conclusión oscila entre la melancolía (por tangos) y los prolegómenos de la Revolución Francesa... A lo mejor es una señal que las joyas sean todas gabachas. Qué más da asaltar una cárcel (la Bastilla), que arrasar con los canapés de un museo. Ya dije que veía simbolismos por todas partes... Para la caricatura casi no me ha hecho falta exagerarle los rasgos a nuestra querida y altruista mascota de quirófano. He seguido el lápiz del cirujano. Un maestro de la teratología.