viernes, 15 de octubre de 2010

EL POP DESESPERADO

De acuerdo. Nunca volveremos a alcanzar la estúpida frivolidad albina de un Warhol, aunque los Lagerfeld del mundo la imiten con el cuello de peana; nunca las cimas anfibias de un Capote o la pompa de chicle del alma de una Marylin, el travestismo constipado de un Fofó, la superficialidad dramática de una Carmen Polo de Franco o el pitufismo color cera del propio Franco... Pero este pop desesperado con el que está arrancando el siglo no apunta nada bueno. Ayer oí una cuña en la radio sobre una obra de teatro. No recuerdo si era "Los males de la juventud" o "El mal de la juventud", algo así. El locutor animaba a la gente a ir a la función con una frase final que me dejó turulato: "Una obra de teatro llena de vida, muerte y Charleston". Sin la más mínima intención de ser gracioso. Es esta ambientación audiovisual que lo impregna todo, como los coloritos llamativos de los juguetes bomba. Lady Gagá, La Oreja de Van Gogh, El Tea Party, los presidentes negros impolutos, las empresas asesinas con el color verde por emblema, las espectaculares reuniones televisadas de criminales, las drogas transparentes, la sutileza infantiloide del Corte Inglés, el fascismo rosa, el feminismo Agustina de Aragón por las mañanas, Walt Disney por las noches, los columnistas egipcios, los rebaños de artistas, el apostolado de los entrenadores, las parábolas sagradas de futbolistas multimillonarios analfabetos, la trivialización del mal por ideologías (Mercados, Ciclismo, Islam, Celibato, Urbanismo), el definitivo encumbramiento del cretinismo en la televisión, la sesuda masturbación de los intelectuales desde sus altares o desde sus monasterios de internet (eyaculaciones solipsistas en inauguraciones, eventos, efemérides y preclaros decesos), el renacimiento vergonzoso de las banderas como marcas (la hipnosis Pantone de sus colores), la vanalización de cualquier esfuerzo, el inmediato parasitismo ante cualquier logro, éxito o alcance (artístico, médico, deportivo), el hostigamiento resentido de la masa de los mediocres contra los singulares, la nivelación de las pasiones por lo bajo como proscripción diaria, la alarma social ante cualquier entusiasmo de procedencia no química y el obituario continuo de los viejos rockeros (filósofos, escritores, pintores, actores, músicos) que sí que podrían ayudarnos a pelear a hostias con este manierista pop blandurrio flamígero desesperado de mierda... Lo dicho. Pop desesperado mientras nos vamos (tran tran) a la mierda guay. Lo de arriba es un cuadrito al azar con la única consigna de que quedara mono. Me da un aire a pinturilla americana, un Hockney o alrededores. Popito también. Yo el que más. "Qué mono". Tradúceme esto al inglés, si tienes cojones, profesor Maurer. Nosotros no hemos podido traducir "pop", jódete tú con "mono". (Bueno, me apuntan que podría intentarse con "How nice!" o, mejor, "How cute!")