viernes, 18 de abril de 2014

REALISMO TRÁGICO


Todos los realistas mágicos del ABC o de La Razón con su Macondo en La Zarzuela no alcanzan a escribir juntos una sola alegría. Todos los realistas mágicos del gobierno con su Macondo en el Ministerio de Economía no alcanzan a escribir juntos un solo milagro. Van quedando pocos de los superhéroes literarios de mi adolescencia, por no decir ninguno (a Vargas Llosa lo repudié hace años). Creo que me queda mi descompuesto Bryce Echenique... Y Supertramp. Y ninguno de los dos parece que vaya a cantar ya la novela del siglo XXI. Yo, que he leído las muertes de Cortázar, Borges, Sábato y Soriano, vuelvo a sentir otra vez la pena de los libros arrumbados en la sección "Estirpes", pero con el papel sin amarillear aún. A lo mejor eso es ser contemporáneo de los desastres. Y a lo mejor lo mismo pensaron los contemporáneos de Víctor Hugo a su muerte, o los de Balzac: "Que se mueren los grandes y los que quedan sólo son medianías". No sé si el premio Nobel volvió a ser digno desde que se lo dieron a García Márquez, pero me parece que no. Y con la habilidad disuasoria que tenía el amigo para ponerle títulos de culebrón a sus libros... Escribe tú ahora "Cien Años de Soledad" sin añadirle "Entre Costuras" o "Entre Vampiros"... Por esos ratos tan buenos que me hizo pasar con aquella edición de viejo, a cien pesetas en la librería Julian's de Fuengirola. Como si lo estuviera viendo. A conocer el hielo otra vez... Qué grande. Ahí lo dejo y me dejo, mirando atrás como él. Descanse en paz García Márquez.