domingo, 15 de diciembre de 2013

COMER MIERDA


Ayer murieron en Sevilla tres personas de una misma familia por comer mierda. Pasaron definitivamente el "umbral de la pobreza", esa puerta de luz al Más Allá, y los servicios de recuperación económica del Samur no pudieron hacer nada. Un buen dato para las listas del paro y un alivio en las estadísticas de familias sin recursos. Padre, madre y su hija de catorce años. Mierda era lo que comían habitualmente desde que lo perdieron todo, pero parece que la crisis también ha afectado a la mierda en sí misma. Aunque sigue al alcance de casi todo el mundo, gracias a Dios (la mierda genérica e incluso la de algunas marcas), ya no es lo que era y ahora es algo menos comestible, según informes de la Cruz Roja. Alarmantemente por debajo de tus necesidades nutricionales si no consigues comer mierda al menos tres veces al día, y, a veces, muy por encima de tus posibilidades de supervivencia. La mierda. Pero por más que se esfuercen los de la PAH (Putrefacción Amiga del Hombre -"Sí se pudre"), contra la orden de desahucio del hambre no hay nada que hacer y el juez de la Sala Primera de Intoxicación Alimentaria de Alcalá de Guadaira consiguió sacarlos ayer de sí mismos con una instancia de pescado en mal estado (de bienestar). Por repartir las responsabilidades entre todos los verdaderos causantes de esta molesta crisis financiera. Y la pregunta que ahora nos hacemos todos los pacíficos ciudadanos de este país es la siguiente: ¿Hasta cuándo va a esperar el juez Elpidio Silva para revelarnos esa información que posee sobre Bankia, Blesa y Aznar y que, según él, haría saltar por los aires nuestras instituciones de MIERDA? ¿Puede un juez retener informes como los borrachos retienen líquidos? ¿Podría un ciudadano normal, sin caer en el delito de omisión de ayuda a la justicia? ¿Teme el juez por su vida? ¿Qué come Elpidio José habitualmente? ¿Estamos solos en la galaxia?

(1 de Marzo, 2014) Pasado el tiempo, se ha sabido que la intoxicación provino del veneno que había en los tapones que estaban recogiendo y guardándolos en la bañera para venderlos. El contacto con el agua fue lo que activó el veneno de los tapones, libremente al alcance de cualquier incauto. Otro éxito más de la administración en el cuidado de sus administrados. Con todo, y con dinero para comer dignamente, una familia no llena su bañera de tapones de plástico. Así que no cambio el título de esta entrada.