martes, 1 de julio de 2014

EL APOCALIPSIS A PIE DE LLAMAS Y LO CONTRARIO


Decía Ortega, que también podía decirlo mi padre y creo que de hecho lo dice, que "la claridad es la cortesía del filósofo". Y la amenidad es la garantía del buen columnista, digo yo. Y quien dice amenidad, dice ligereza, soltura, humor, inteligencia... y mundo. No confundir con frivolidad. Ni con mundanidad (un subproducto del cosmopolitismo). Ni con la grosería de un desconocido haciéndote cosquillas sin permiso. Ni mucho menos con esa habilidad para el chisme con ínfulas de algunas firmas por ahí. La columna que me interesa generalmente es la columna que me divierte (también hay otras que uno las toma como medicinas homeopáticas contra la injusticia, pero la posología no es ningún género periodístico), y los periodistas que más me gustan no suelen ser baluartes de la objetividad ni santones de ninguna verdad revelada. Así que poco o nada tiene que ver la calidad de mis columnas preferidas con su ideología ni con el pedigree de su autor, sino con las risas que provoca, vengan de donde vengan. Un humorismo diario o semanal que arrancó allá por el escritorio de Larra, pasó por el café de Ruano, los hoteles de Camba, la dacha de Umbral y la cocina de Vázquez Montalbán, y que hoy anda brillando por destellos más o menos regulares en las columnas de José Antonio Pérez, Enric González, Rafael Reig, Antón Losada y hasta Millás, con sus lampazos negros. De esa cuerda, pero en ABC (oh, blasfemia), es David Gistau. Los pretendidamente graciosos de esa cuadra hoy en día, Antonio Burgos y Alfonso Ussía, son dos patéticas casamenteras a su lado cuando a Gistau le viene la gracia de contar sus aventuras en entregas de folio y medio, sin más pretensiones. Pero es que el ABC tiene un ojo clínico magnífico en esto de fichar columnistas entretenidos. Y le ha fallado pocas veces a lo largo de su historia: hasta Campmany tenía su gracia y mira que era rancio. Así que ahora David Gistau, uno de los últimos en entrar en la nómina del primer periódico grapado de este país (el segundo no es un periódico y no me falta razón) y uno más a ingresar en la galería de "Canallesca Buena" de este blog, con todos los méritos. Va su columna de este fin de semana, por ilustrar con algo más que con el retrato de arriba (a la que lo vea, me cita en la tapia del cementerio, fijo) esta recomendación sin ambages. Todo lo contrario que esas columnas amargas que se leen por ahí, con renglones como palitos de salmuera, y que parecen que te están contando el Apocalipsis de ayer, a pie de llamas. Estás vivo, así que no sería tan chungo, tío vinagre...