domingo, 3 de junio de 2012

CHINA Y UN SEÑOR DE MURCIA


Los chinos nos han dado a nosotros las regletas de enchufes que arden a los dos días de haberlas comprado y nosotros les damos a los chinos un entrenador de fútbol que se cabrea a los dos minutos de oír los nombres de sus jugadores. José Antonio Camacho es al fútbol lo que una pajita a una patata. Que sí, que a lo mejor entra, y te la comes, y ganas... Pero vas a sudar. Un lateral izquierdo como él es natural que entienda el fútbol como la carrera en línea recta de un hombre bomba. Y siendo los chinos los que inventaron la pólvora, me da a mí que esta noche Casillas va a poner bloques de hormigón en el área chica. Con todo, Camacho siempre ha sido un suicida honesto (no como Clemente) y un suicida valiente (no como Luis Aragonés). Juega contra La Roja, antes La Furia, antes Zarra, y juega contra un centrocampista ecológico, Del Bosque, cuyo lema es no tocar las flores y dejar la Roja (la rosa) en su ser. Laissez faire, laissez passer. Passer, menos al delantero contrario. Y a mí me parece que un "delantero chino" es una contradicción en los términos. Aunque supongo que Camacho habrá intentado inculcarles el espíritu necesario, con su Lost in Translation incluido: "coño ya", "hostia", "a muerte", "reventar", "cagondiós". Eso sí, como el partido dure dieciocho horas, ganan los chinos, que es su jornada de trabajo normal. Y los chinos que se vean por el estadio de La Cartuja, probablemente sólo hayan ido a mirar el local. Ya le han echado el ojo a La Maestranza, una nave muy poligonera... Me gustaría saber lo que come Camacho allí en China. Sé que le han hecho ya unos palillos que terminan en tenedor y cuchillo. Una deferencia para el señor de Murcia, que los chinos son obsequiosos cuando quieren. Y aprenden rápido. Con los primeros palillos que le ofrecieron a su entrenador, Camacho se sorbió una Fanta de naranja entera. Qué cojones.