lunes, 6 de abril de 2009

ASTRID BUSHI

Han puesto en libertad al que atacó a J.L. Moreno en su casa. Puede haber sido por error o por justicia poética, pero me gusta pensar en el escalofrío del "productor ventrílocuo" al entererarse de que el otro anda suelto. ¿Y si cuando vuelvan a atraparlo, vuelve a escaparse? ¿Y si la justicia poética existe? Arriba, la tal Justicia, sin vendas, sin balanza, y a por el violador de Rockefeller.