sábado, 26 de julio de 2014

LA COLLARES 2


En Santiago de Compostela es sabido que cuando aparecía la parienta del dictador, Doña Carmen Niki de Franco, por su calle homónima (Rúa do Franco) o por la Rúa Nova, los joyeros echaban los cierres a toda prisa y se santiguaban detrás del mostrador por que la legítima no mandara ariete de chóferes o, directamente, una pareja de la guardia civil a desvirgar el negocio y arramblar por la patilla (y vaya sí tenía patillas de cantaor flamenco) con todas las joyas y collares que cupieran en ese cuello suyo como el perchero de una casa de huéspedes. Por cómo frecuentaba estas prácticas en la ciudad del Apóstol y en otras más desapostoladas como Madrid, sin ir más lejos del Pardo, y por la guisa de arrecife de coral con que me aparecía la dentona en NODOs y demás documentos históricos de la prensa gráfica, a la susodicha se la conocía como "La Collares". Pues bien, ahora que sabemos de los años y años que nos ha estado robando la dinastía nacionalista de los Pujol, con sus dineros en Suiza y los tejemanejes de sus vástagos por consejerías, gasolineras y despachos, no creo desacertado calificar a Marta Ferrusola, la legítima del caudillo Jordi Pujol (el de Cataluña como una unidad de destino en lo particular), como la Collares 2, el hilo en Pedralves y las "cuentas" en Zurich. Cuánto tiempo sabiendo lo de esta dinastía de culebrón y cuánta investigación policial archivada por carpetazos políticos, y no estoy inventando ni exagerando en absoluto. Los escandalazos de Banca Catalana y el de las Tragaperras de los años ochenta, por ejemplo, en los que la señora de arriba actuó como una verdadera mamma siciliana abriendo cierres y cerrando bocas. Unos años de soberanismo, competencias... y cazos de cuello egipcio. Echas las cuentas, las patrias y las suizas, y sí, efectivamente, robando dentro y guardándolo fuera, herencias aparte. Los Borgia tenían una serie. Los Pujol tienen un NODO completo. Una familia de helar la sangre con el simpático McGuffin de la independencia catalana. Qué salaos, oye. Una dinastía con menos gracia que la familia Adams, eso sí, pero muy bien servidos de pestuzo. Todavía me acuerdo de la sensación de infinita repugnancia que tuve pintando al padre y al hijo hace ya un par de años. De juzgado de guardia, como así espero que sobrevenga la cosa, si este país no se ha podrido ya definitivamente...