viernes, 13 de noviembre de 2015

PALINURO DE MADRID


Año 1986. Fe inquebrantable en la Literatura. Tirado en una cama devoro de un tirón la novela "Palinuro de México". Fiebre. Carcajadas. Pánico. Carcajadas. Fiebre. Fe inquebrantable en la Literatura, insisto. Una religión politeísta. Dostoievski, Balzac, Cortázar, Miller, Sábato, Onetti... Después de "La Vida Exagerada de Martín Romaña" (Bryce Echenique) no me había reído tanto con un libro. Pero el pánico estaba en la poesía. De la ternura desquiciada de Martín a la poesía hilarante de Palinuro. Se podía escribir así... Y ya se tendría que escribir así siempre... O estabas crucificando de nuevo a Jesucristo... Apenas si recuerdo el argumento de la novela. Es lo que tienen los atracones. Pero sí recuerdo el milagro de aquella cama de colegio mayor flotando por encima de Madrid y no había más futuro ni otra necesidad que la de seguir leyendo página a página aquel delirio... Luego devoré "Noticias del Imperio", por supuesto. Era otro registro en el manicomio. Maravilloso también, pero con la sensación de que era una locura con un grupo sanguíneo distinto al mío. Han pasado muchos años desde aquella ventolera. Ahora le dan el Premio Cervantes a Fernando del Paso. Viejito, achacoso y en silla de ruedas, pero todavía vistiendo chaquetas epilépticas y poniendo caras por esas esquinas de Google. No sé que entenderán las nuevas generaciones si se animan a leer "Palinuro de México" gracias a la popularidad de este premio, pero a mí me ha devuelto el aroma a incienso de una fe antigua y poderosa. No echo de menos al jovencito que fui en esos años. Quizá sí la cama revuelta. Y la flotación.