martes, 19 de junio de 2012

LA PERIODISTA POSEÍDA


Hay dos tipos de periodistas que detesto. El periodista sicario y el periodista poseído. Los periodistas sicarios aparecen todos los días de tertulianos en las radios, babean columnas en los periódicos, y son la hez a sueldo de la profesión (Pedro Jota no es mal ejemplo, aunque es un bicho entreverado). Los periodistas poseídos tienen todos los síntomas para que los encierren en un manicomio, cuando no en una cárcel para psicópatas: Jiménez Losantos, César Vidal, Prada, Pedro Jota (twice), Curri Valenzuela, Dragó, Sostres, Tertsch, Ussía, y alguno más que seguro se me olvida... Pero la periodista poseída por antonomasia es Mercedes Milá. Cargada por el peso de su verdad, como un tentetieso, oscila entre los más infames reality shows y los más infames programas de denuncia con toda la brutalidad de un ego que rompería el cristal blindado de un furgón de caudales. Superyó te denuncia, Superyó te entretiene, y yo te digo contenta, hasta la mierda que viene. Una integrista desequilibrada que piensa que el eje de la audiencia pasa por la bisectriz de su chocho. Y te lo dice, colega. Y se enfada, si no quieres que te salve. Y se pone histérica, si le critican la sordidez enfermiza de sus muñecos rotos encerrados en una casa para ratones de laboratorio. Y se pone su capa (de maquillaje) e irrumpe en las fábricas de los Malvados, en los despachos de los Villanos, en los escondrijos de las Bandas con una cámara oculta y un micrófono oculto y la oculta intención no de resolver los problemas del mundo, sino la de ponerle un piso más a su propia tarta de soberbia. Flipo con su falta de sentido del humor, con su desfachatez maleducada, con su cara de revelación mística cuando está tan en contra del trabajo infantil, la trata de blancas, el narcotráfico, la inmigración ilegal y la exposición al cáncer de los fumadores. Que si no te lo grita ella en pleno oído, como que no sabías tú lo chunga que estaba la cosa... Una menda poseída por sí misma como si se hubiera tragado una tarta con su figura a escala 1:1, como decía. Una tarta bafle, encima, y con balcones a la calle. El periodismo integrista y manipulador que sólo pueden ejercer los perturbados y neuróticos de medicación, y los que están en nómina de su propio ego, esto es, los pagados de sí mismos. Arcadas con la periodista. Para vomitar y no echar gota. De las que no se cubrirían la cabeza entrevistando por violencia de género a cualquier mengano suní o chií porque ella es muy ella y mis espectadores tienen derecho a que su representante en la tierra no se cubra delante de nad... Zaca, tiro en la cabeza. Por chula. Periodismo verité. Titulares: Matan a una cabra en Faluya.