sábado, 22 de agosto de 2009

EL REVUELTA


Curioso lo que tengo con ciertos bares. El Revuelta. Un clásico con futbolín. Un respeto. Música de barrio, tiempo de barrio, bebidas de barrio, y todos desparramados por la acera y encima de los coches como en un parque temático del porro, la birra y la charleta vaya veranito. Entrada la noche, donde van faltando niños y abuelas, llega la policía municipalísima con sus motos y sus colores azulitos con el on puesto y eso eran ganas ganas de cubrir expediente o que alguien se quejó y que le follen. No sé si se la vio de lejos, se la olió, o qué, pero todos los de la acera, perros flauta y borrachitos, de repente pa' dentro del bar en una sincronía que ni de natación por equipos. Impresionante, sin haber hecho la mili ninguno, y yo mismo me cuento, que me vi en el baile despacito y como en un sueño. Pues eso, de repente, todos dentro y para mí que silbando. Un clásico. Un respeto. Y la policía fuera, solita, a empapelar paredes, ya por compromiso. Buenas noches, documentación, y la farola que quedaba que se echa la mano al bolsillo de atrás y atiende al funcionario. Un clásico. Un respeto. Dentro nos sonaba un descubrimiento italiano: un grupillo al parecer de Módena, donde el vinagre, con aires a Siniestro, Burning y alcohol de quemar. Una cosa cañera y divertida. Un clásico. Un respeto. El Revuelta. Y que los tarareara la madera. Si hasta me devolvieron el mechero que presté, por Dios.