domingo, 13 de julio de 2014

MI PRIMA


Igual que todos tenemos un cerebro reptiliano, una zona límbica y hasta el gen de salir a cenar fuera de casa, creo que todos tenemos un cerebro "sus labores", un reducto de marujeo neuronal lleno de atajos a la nevera, a la siesta, a poner garbanzos en remojo, a las revistas del corazón y a limarte las uñas con las sinapsis al ralentí y la obra completa de Ortega y Gasset en punto muerto o también en remojo, con los garbanzos. Ahora saca uno de esos garbanzos de Ortega, lo pones en una cena de cualquier restaurante de moda de Nueva York, comentas alguna aventura democrática de tus amigos gays, te indignas por cualquier injusticia planetaria, pero que parezca como si sólo te hubieran saltado en la cola de la panadería de tu barrio, y tienes una columna de Elvira Lindo. No defrauda nunca. Es tu prima, la del extrarradio, que acaba de llegar de su viaje del Imserso con cincuenta años, y te lo cuenta. Esa frivolidad densa que practicaba Umbral, pero sin su maldad, su dandismo y, sobre todo, sin su prosa. Afortunadamente, hace falta mucho esnobismo para sacarte completamente de Carabanchel, o para sacar completamente Carabanchel de ti, así que de vez en cuando atina con un artículo majo de periodista a la hora del aperitivo, y compensa de tanto chismorreo de amigas que están de los nervios intelectuales o de tanta dispensa que siente ella de unirse a las costumbres patrias mientras cena con su santo y un par de elegantes y brillantísimos catedráticos de Columbia. Y que la mujer es de Cádiz. Una suerte que la libra del marujeo teológico de José Manuel de Prada (esa mujer varón insoportable), del ecologismo tiquismiquis de Rosa Montero o de la superficialidad plúmbea de Boris Izaguirre. Tu prima, la que se casó con Antonio Machado, escribiendo en un periódico. La que lees de vez en cuando por si cuenta lo que cuesta una barra de pan en Manhatan, que también es periodismo. Pero a la que estuve a punto de tirarle una entrada a la cabeza justo después de la coronación del Borbón junior, por lo mucho que había puesto su cerebro "sus labores" a marujear con el mozo y escribirlo como si estuviera haciendo su lista de bodas para el Corte Inglés. Y me corté. Porque me cae bien. Aunque se empeñe en hacer del petardeo una de las Bellas Artes.