domingo, 29 de julio de 2012

ANOTACIONES EN UNA CARTILLA PALAU


Matanza en algún campus, alguna cafetería, algún cine. Estados Unidos, Noruega, Estados Unidos, Socuéllamos, Estados Unidos. Un tipo aparece, mata a mansalva, lo detiene educadamente la policía y sale su foto en los periódicos y en todas las televisiones. Un tipo como el de arriba, por ejemplo, que lo he pintado así por dar pistas. Salvador Sostres. Ningún muerto en su haber, que yo sepa. Pero ese tío nos odia. Burbujea odio y maldad como Depredador cuando Schwarzenegger le quita la máscara. Sólo que el colega no tiene máscara. Nos odia y es manifiestamente malvado y odioso. Evidentemente malvado y odioso. Por la puta cara. En lo que escribe y en lo que dice en la tele, aunque imagino que también es así de chungaleta en lo que pasea, come, mira un amanecer o se rasca el cogote, aunque esto sea sólo maldad mía. Espera... ¿Un tío puede ser malo hasta rascándose el cogote? Anthony Hopkins decía “habas” y te rilabas por la patilla. No digo más. ¿Por qué no lleva máscara, entonces, el Sostres? ¿Por qué no disimula un poquito que es malo y perverso aunque sólo sea por no arriesgarse a morir destrozado a pellizcos en un ascensor lleno de abuelitas? Porque es un fanático de sí mismo y, por ende, de la luz de mierda incandescente que, dicen, le sale del culo en la noche oscura de su alma uber alles. Ésa que ilumina de verdad satánica su caminar de muñeco de barro entre las personas normales, su puteo a discreción (bang, bang, bang, recargar, bang, bang, bang...) contra la gente corriente, los que estaban estudiando, los que estaban cenando, los parados, los pobres, los que no piensan como él, los que le dicen “no, no te puedo poner un café porque he limpiado la máquina y estoy cerrando” (columna en El Mundo). Un tipo así, tan perturbado, que ha conseguido poner de acuerdo a dos guarderías de lo menos tiquismiquis con la aceptación de alimañas -Telemadrid y El Mundo-, donde sus curritos han escrito horripiladas cartas en las que suplican que ese niño desquiciado no aparezca más por sus piscinas de bolas. El propio entrenador de boxeadores sonados que es Pedro Jota se ha desmarcado de la bilis extraterrestre del Depredador de Sostres... Pero ahí sigue el tipo, ejerciendo “el periodismo”. De acuerdo, la abeja Maya es a la aeronáutica lo que Sostres al periodismo, pero el tío sigue tirándose pedos sobre la gente y no se está hablando de energías renovables... Sostres sigue. Vigalondo hizo una broma con el holocausto y El País lo fulminó. Sostres sigue. El Jueves dibujó a los príncipes chingando y La Casa Real retiró la edición. Sostres sigue. Como Dragó, completamente a favor de abusar de menores. Como Rubianes (o parecido), hablar español es de pobres. Y como un cerdo que se acaba de comer la cabeza de un bebé, eructa y habla, Sostres opina que el terremoto de Haití es un desastre, pero que el planeta hace limpieza de vez en cuando... Tal cual. Por eso soy del mismo parecer que los mejores psiquiatras cuando les piden su opinión en un nuevo e inexplicable caso de  masacre a manos de un solo individuo por Estados Unidos, Noruega, Estados Unidos, Socuéllamos, Estados Unidos: “El chaval parecía normal”.