martes, 8 de noviembre de 2011

QUÉ NIBEL, MARIVEL

Quizá por haberme extasiado ante algunos capítulos de "El Ala Oeste de la Casa Blanca", sobre todo con aquellos en los que Sam y Toby se curraban los discursos del presidente... Quizá por haber gustado mucho de las reseñas parlamentarias que hizo Carandell en su momento: impagables sus nostalgias de las sesiones parlamentarias del XIX, con los figurines de la elocuencia, los prohombres del verbo acerado, Cánovas, Canalejas, el implacable Castelar... Quizá debido a mi debilidad (ya irrenunciable) por la pirotecnia dialéctica de algunos diálogos de novela donde un buen adjetivo funciona mejor que cualquier verdad: Chandler, Horace McCoy, Hammett... Quizá porque mi niñez sigue jugando en tu playa, qué mediocridad de mediocres anoche moderados por un reloj con bigote, qué pobreza de exposiciones, qué argumentaciones infantiles, qué discursos romos, qué discusiones fofas, qué paripé vergonzante, qué tristeza de país teniendo que elegir entre dos muñecos: uno de ellos con la mano del capital metida en el culo y la labia de un novio aturdido al que le acaban de poner un país en pompa, el otro con una rosa podrida entre los dientes y al que están a punto de quitarle de delante ese mismo país a cuatro patas, manu refrendari... Y que no haya nada más que estos dos eriales para elegir desde la desaparición de UCD por consunción... Y que no haya nada más para elegir que estos dos vainas desde la vesania súbita del PCE... Y que no haya nada más para elegir que estas dos corrupciones desde que Felipe González y Aznar se encargaran de asesinar los otros intentos de dinastía... Qué asco todo y qué melancolía... Lo de arriba, puerto y barquitos, por la mala hostia que me dio el retorno de los "cascos" de la anterior entrada y lo que me apuntan los amigos que está haciendo con la tele del Principado, el energúmeno fascista... Lo de arriba, colorcitos guapos y su puntito Cezanne, un esbocillo libre de algún puerto asturiano. Porque amanezca bonito en alguna parte, coño.

EL DEBATE: SIN PALABRAS



Fotografía El Público