martes, 10 de abril de 2007

BUHARDILLA DE LAVAPIÉS (27)


(Recuerdo
mi tiempo en los hoteles.
El tintineo de sus neveritas en la alta noche.
El pilot sobre los folios escritos,
junto a la tele sin sonido.
Y un whisky.
Los pasos muertos de los trasnochadores en el pasillo.
Los coches muertos abajo en el parking.
El zumbido muerto del aire acondicionado en su rejilla sonriente.
Revisaba los folios.
Alguno se salvaría.
Escribía sobre fusilados y huérfanos y alguno se salvaría.
Alguno saldría de ese hotel y se salvaría)

EL CÓDIGO BINARIO

La informática no funciona sin el código binario y parece que seguirá siendo así un tiempo. Es cierto. Entiendo perfectamente el código binario de los ordenadores: encendido-apagado, reactor-castaña, euforia-desesperación, entero-roto, auténtico-pirata, propio-ajeno, asesinado-asesino, lo mato-me mata, click-cabezazo. Un código binario que también puede aplicarse a los informáticos: centrado-excéntrico, orientado-desorientado, te lo miro enseguida-dónde habrás tocado, te pongo un parche-cambia de equipo. Y siempre es pasarse del Huelva al Real Madrid. Cuando piensas que estás en el Bernabéu, de pronto escuchas el sonido del mar... Es lo que tiene la piratería y los ordenadores que se montan y desmontan como las motos robadas, que de vez en cuando hay un susto, y alguien sangra. Generalmente yo, y por ahora sólo en metáfora. Y ya que viene al caso, le veo más inteligencia artifical a mi telefonillo de portería que a todo el Internet Explorer 7 vestido de astronauta.




BUHARDILLA DE LAVAPIÉS (26)



Bésame,
ahora que sabes que quiero matarte.

Porque lo sabes.
Mírame.
Míranos.
Podemos matar.
Pedimos fuego
Y pagamos con la vida

Nos has visto en mil sitios
Y siempre te hemos dado miedo

Hemos encontrado el grado preciso
En que la experiencia ya no apetece
Y ahora echamos pegamento rápido
En los abrazos que vemos

Es indudable que
Hay algo médico en haber olvidado
Nuestros nombres
Algo lindo
En haberla cagado así
En ser idiotas definitivos
Beber ron o
Tener a Dios pisándonos los talones

A veces viajamos en Cadillac
Otras en vaso

Ya lo ves

El viento afila nuestras ropas
Cuando nos recortamos contra la luna
Y suena un horrible piano
Y es lo que mejor hacemos

Es verdad que dormimos pegados al techo
como negros globos de feria
Donde los sueños tristes y las cosas perdidas
Pero somos unos imbéciles maravillosos
Que huyen de los hoteles por la puerta principal.

CORRIDO MEJICANO


¡MIRA CÓMO SUFRO!


¡Madre, aquí está tu hijo, el corrido!
¡Un Charro en el Barro de sus lágrimas por una mala mujer!
¡El último macho, madre! ¡Tú sí que me querías cuando me hacías daño!


Yucatán tenía un jardín
Y en el jardín había una flor
Y tras la flor un jardinero
Que le brindaba todito su amor
Pero ocurría que el jardinero
No siempre era un servidor
Aquel jardín era muy visitado
Nunca una flor dijo que no

Te dejé porque me fue preciso
Y el tequila me vino a consolar
Ahora roto, desmontado y muy cornudo
Ya no me quedan más balas que llorar


¡Cómo me la pegaron, madre!
¡Peor que tú a padre!


No es de hombre aguantar traiciones
Ni del Tequila, del caballo o la mujer.
Y por las cachas de mi pistola
Que no es macho el que se las deja hacer
Cuando la vi borracha y galopada
Por todos los bravos y bestias de Comala...
Con el sombrero me tapé la cara...
Nunca se vea a un enamorado berrear


Te dejé porque me fue preciso
Y el tequila me vino a consolar
Ahora roto, desmontado y muy cornudo
Ya no me quedan más lágrimas que llorar.

¡Cómo me dolió, madrecita!
¡Mira qué sufrimiento! ¡Me capen el caballo si miento!


La otra tarde con los peones en la plaza
Se jugaban cuánto iba yo a durar
Yo les decía que mi amor era eterno
Aunque ella fuera ahora comunal
Sólo hubo un bravo que repuso "ya lo siento"
Porque con ella me voy yo a casar.
Yo lo miré como se mira a un muerto
Y a la cantina nos fuimos a llorar


Te dejé porque me fue preciso
Y el tequila me vino a consolar
Ahora roto, desmontado y muy cornudo
Ya no me quedan más llantos que llorar.

¡Esto es sufrir, madre!
¡Soy el recordman del dolor!



Ya suenan las campanas de la iglesia
Y los muchachos la acompañan al altar
De todos novia era muy mentada
Naide sabía con quién se iba a casar
Dónde está el cura preguntaba ya la gente
Donde está el novio preguntaban sin cesar
Cuando aparezco de sotana y muy demente
Son mis pistolas su marcha nupcial



Aunque cornudo y apaleado soy valiente
Será la muerte tu marido y nadie más.
La mujer que del amor hizo vientre
Ya no se ríe de Panchito Yucatán.


¡Lo que lloré en la balacera, madrecita!
¡Más lágrimas que granos de arroz!



Te dejé porque me fue preciso
Y el tequila me vino a consolar
Ahora roto, desmontado y muy cornudo
En la otra vida también tú llorarás.