martes, 3 de septiembre de 2013

LA TRAGAPERRAS ALEMANA


En el programa electoral de la izquierda (moderadísima) alemana, el SPD, está echarnos una mano a los españoles, en concreto, y otra al resto de socios europeos masacrados por la ambición de Merkel, en general. Una intención "progresista" de cara a las próximas elecciones fruto no ya del arrepentimiento y de la voluntad de resarcirnos por el daño causado, sino de la comprensión in extremis de que somos sus clientes de toda la vida y de que se pasaron siete lander con el derecho de admisión en el bar y los malos gestos con las consumiciones de "apúntamelo, Günter, que me he bajado sin dinero" (qué feo estaba eso de tocar la campana para que todo el mundo se enterara). Mejor un español cuentista, simpático y dejándoselo todo en la tragaperras de la Bolsa, que un japonés fosforescente o un ruso tocapelotas. El tipo que lidera la candidatura socialdemócrata por el regreso del buen rollo con los españoles es Peer Steinbrück, ex ministro de finanzas de la propia Merkel. En tiempos, se gastó cuatro millones de euros en comprar un chivatazo del hampa con una extensa lista de defraudadores alemanes (que los había, oye) con gran éxito de enchironamiento de empresarios trileren y recuperación de la inversión, ha llamado payaso en público a Berlusconi, y en el último debate televisado con la canciller alemana parece ser que puso un pelín nervioso al peluche de Mazinger Z. Incluso con estos mimbres como para tocarle las palmas, no me acaba de caer bien el colega... Y más después de haberle hecho la caricatura bondadosa de arriba, que le he paseado todo el rostro como el coche de Google Maps con mi pincelito. Tiene algo en la cara que me tira p'atrás. Algo que no sabría definir físicamente, pero que está ahí. Una sensación. Un ojito. Un prevengan...Ya me pasaba con Félix Rodríguez de la Fuente, mira. Y me pasaba con Carrillo. O con Rita Irasema, en su momento. Y con Guti. Y con Norma Duval. Y con Borrell. Y con Almunia. Y con Arzak. Y con Florentino Pérez. Y con Loles León... Hay un puntito chungo en esas caras que hace que no te entregues en la cama como tú quisieras. Y hasta que parezcas un soso. O un tío raro. Apartando con educación el brazo de Peer y durmiendo luego con un pie fuera de las sábanas, apoyado en el suelo. El sonido de la máquina tragaperras todavía sonando en tu cabeza...