miércoles, 24 de julio de 2019

ÚLTIMOS CHISTES SOBRE EL APELLIDO DE RUFIÁN


Últimamente hay bromas sobre la aparente conversión de Gabriel Rufián (arriba) en "Hombre de Estado". En su tono, en sus maneras, en ese súbito aire de solemnidad e importancia con que un cristiano nuevo lee las últimas noticias de la Biblia. Las novedades. Respetar, comprender, empatizar y amar al prójimo, por decir algo. Le han contado que puede detener el Apocalipsis en el corazón de la Cristiandad. De conseguirlo, le han prometido que San Juan mirará con más interés lo suyo en la Cataluña sarracena. De ahí la conversión. De ahí la caída del caballo. De ahí la nueva luz serena de su rostro... Sin embargo, ayer oí su discurso... Sincopado, atragantado, la saliva en salmuera, las comisuras de bombón helado y todo él como en mitad de un brote de alergia a la oratoria y con los mismos síntomas de un endemoniado obligado por un sacerdote en la sombra a pronunciar la palabra "chipendilerendi". Pero ahí estaba su morse de odio contra los cristianos y los "Demócratas de Madrid" como en el chiste del Pandereta... No me llames Pandereta. ¿Por qué no, Pandereta? ¡Que no me llames Pandereta! ¿No te gusta, Pandereta? Harto ya, el tal Pandereta le mete la cabeza al otro en un fregadero con agua y el bocazas, en vez de luchar por no ahogarse, hace el gesto de tocar la pandereta con las dos manos por encima de su cabeza... Votaré para que Sánchez sea presidente y no gobierne la derecha, aunque a mí me convenga para Cataluña eso de "Cuanto peor, mejor". ¿Gabriel Rufián "Hombre de Estado"? Pandereta. Aunque Rufián se vista de seda...