martes, 18 de agosto de 2015

ALGUNAS RAZONES PARA SACARSE EL ZAPATO EN "TRUE DETECTIVE 2"


El capítulo seis fue vergonzoso, pero ver cómo dos de los protagonistas (Colin Farrell y Rachel MacAdams) tenían que permanecer encerrados en una habitación de motel (final del cap 6, todo el 7 y arranque del 8) porque se habían quedado sin guión... Entre la angustia y la vergüenza ajena, ha sido una de las experiencias más tristes de mi vida como espectador de teleseries. Dos protagonistas sin un buen folio que echarse a la boca. Sin una línea clara de acción. Merodeándose a sí mismos, haciendo tiempo porque no había nada entre ellos y la secuencia final, y todavía quedaban dos capítulos que entregar. Escalofriante. Y un montador por ahí que no daba crédito y que intentaba hacer malabares con los planos (adelante y detrás, arriba y abajo, pantalón quitado, pantalón puesto) para que no te dieras cuenta de que el guionista estaba muerto en algún bar de Hollywood. Una historia, en general, sin la mística, la dureza y, por supuesto, sin el guión tenebroso y sofisticado de la primera temporada. Y no es que Colin Farrell o Vince Vaughn (el mafioso bueno) o la chica, Rachel MacAdams, estén mal (el tercer policía sí, Taylor Kitsch, para matarlo), sino que han de funcionar enganchados a una estructura inconsistente, son marionetas con los hilos flojos, peleles sin sustento ni dentro de sí ni fuera, en las tramas. Y eso, amigo, no hay quien lo salve. Puedes montar dos o tres buenas secuencias de acción y de tiros, pero eso ya me lo hace cualquier director con pasta y sin talento. Así que se te caen los palos del sombrajo en tu sofá como se le tuvieron que caer los palos de su sombrajo personal y de personaje al mafioso legal Frank Semyon (Vince Vaughn) cuando le dijeron que iba a arrastrar a la insulsa, torpe y mediocre Kelly Reilly (arriba), Jordan Semyon, como su esposa lapa con los diálogos más bobos, falsos y vergonzosos de la historia del cine. Si a Nic Pizzolatto le hacía falta el personaje para que Vince Vaugh sacara su registro más absurdo, lo ha conseguido al cien por cien. A mí consiguió sacarme el zapato en más de una ocasión delante de la tele. Y por acabar en positivo, el mejor de la serie, el actor Ritchie Coster, el alcalde de Vinci, Austin Chessani. Un pasote de interpretación desde el principio al final. Supera eso, De Niro. "Pero si era casi yo...". Mejor, macho. Mejor.

(En ningún momento Kelly Reilly aparece así en la serie, pero me he dado el gusto de hacer que su rimmel sugiera algo más que ella: ojalá hubiera puesto esta carita en algún capítulo. Y sí, he sabido quitarme el pincel a tiempo y no seguir retocando hasta hacerla de plástico...)