jueves, 14 de julio de 2022

JAMES WEBB, UN CARICATURISTA DE LA PLAZA MAYOR


 
Recientemente han aparecido las primeras y esperadas fotos del nuevo telescopio espacial James Webb, una millonada tecnológica del tamaño de un campo de tenis. Supongo que a esos niveles de sofisticación, los conceptos fotográficos  de "foco", "objetivo" o "campo", quedan obsoletos ante la nueva etapa de la astronomía en papel cuché. Arriba, toda la fotogenia de la Nebulosa de Carina (como una falsa cúpula de Andrea Pozzo, por ejemplo), a 8.000 años luz de nosotros, y tan pancha... A trescientos mil kilómetros por segundo, ya es distancia la que ha puesto la luz de por medio entre el fotógrafo y la modelo (Carina)... Pues eso sería un primerísimo primer plano (como si se le vieran los poros de la piel a la artista) para las excelencias del James Webb, que ha tirado fotos a "objetos" que están a 5.000 millones de años luz y no le han quedado borrosos. "Objetos" como gurruños de galaxias (miles de millones) y romería de estrellitas sueltas (billones). En otro orden de cosas, y por esas velocidades desquiciadas de la luz, tú le sacas una foto a la Marisol de "Arre, caballito", y sabes que cuando la recibas en el planeta Tierra esa mujer lleva muerta 4.000 millones de años (como la Chelito), ya puedes retocar lo que quieras con el photoshop de diez mil millones de dólares del cacharrito de la NASA. Otra cosa que me maravilla es que cada "objeto" que está a esos millones de años luz de distancia YA tenga su nombre puesto desde hace la tira. En griego, en latín, o por la hija de un astrónomo de Boston en el siglo XIX, alguien lo vio antes y lo bautizó. Esa niña con los ojos desorbitados atiborrada de azúcar, Arquímedes puliendo cristales con un trapo y Spinoza mejorándolos con un trapo más fino algunos miles de años después, nosotros lo guispamos sin gastarnos tanta pasta. "Pues sí, ya los vimos nosotros antes con estos ojos que se ha de llevar la historia". Con todo esto, la imagen extra que me vino con las fotografías del James Webb, fue la de uno de estos caricaturistas de la Plaza Mayor de Madrid cuando está desgraciando al carboncillo el rostro del niño que tiene sentado en su silla de tijera y le agranda los paletones al pobre unos cuantos millones de años luz; lengua fuera, pulgar mascando con la uña el lápiz al frente y el tío sacando las proporciones que le da la gana una cosa abrumadora. Lo decían ayer con más gracia los del MUNDO TODAY: "El telescopio James Webb logra las imágenes más nítidas de tu insignificancia". Miles de millones de galaxias ahí, como si le hubieras sacado la foto a las flores de un geranio de cuando existían los dinosaurios, y tú con tus paletones de mindundi feo ante los progresos de la óptica. Por cierto, el James Webb telescopio y el James Webb caricaturista trabajan de la misma manera: siempre de espaldas al sol. Ya veréis la de pegas que le van a poner los fachas a estos avances. Al tiempo.