viernes, 1 de marzo de 2013

JUGUETITOS DE LA DERECHA


Alfonso Merlos. De 13 TV. Da sus noticias ofendido y como en una obra de teatro de colegio. Un juguete.  Uno más. Como los muchos que aparecen por esas cadenas de Dios, Intereconomía y demás, y que podrían venderse en el Toys R' Us del Partido Popular. Son pollitos de Godzilla (o lagartijas) a cuerda de la derecha y soltados estratégicamente por ahí con sus discos grabados de fábrica. Juguetitos programados,  de programa diario o semanal, con sus horarios, sus dioramas, sus frasecillas personales y su "carácter". Buddy, Buzz Lightyear o la Nancy meona, pero en "periodistas". Hay gente que se compra de mayor el scalextrix que no le regalaron de pequeño, pero si tienes algo más de pasta y eres un banquero, un obispo, un empresario trincón o un fascista con contactos, te compras un muñeco de estos y juegas con él, adelante y atrás, haciendo que pelee por ti contra los malos, que son los rojos. Pollitos de Godzilla que tienen su gracia hasta cuando se les ven los mecanismos, los hilos; cuando se les atasca el disco, cuando se les raya; cuando se quedan sin pilas delante de la cámara o cuando tienen una sobrecarga porque estaban enchufados a la red. "¡RUBALCABA DIMISIÓN!" ¿De dónde? Me parto. Son pollitos de dibujos animados como los que le habría gustado pintar a Walt Disney, el otro fascista congelado que hacía hablar a los ratones. Mira por donde, lo mismo que pasaba al principio con Montoro, que lo hacía hablar Aznar. Luego intentó hacer lo propio Rajoy, pero se ve que el muñeco estaba tocado. Y tanto. Como que se les ha ido de las manos y ahora el ratón habla solo, amenazando a todo lo que le sale al paso como un coche de bomberos topón. Igual que les pasará a todos los demás pollitos de Godzilla cuando se den cuenta de que sólo son dibujos, juguetes, locutorcitos que se compran y se venden, y que se disolverán un día como lágrimas en la lluvia dorada de  un consejo de administración. ¿Yo, Robot, y tú a Suiza? Los Blade Runner de La Moraleja que en unos pocos años terminarán saltándole a la cara a un gitano desde dentro de un contenedor, pero para abrazarlo.