LA GENTE TODAVÍA SE MUERE DE COSAS ANTIGUAS...
Ayer me cogió totalmente por sorpresa la muerte de Javier Marías. Ni me había enterado de que estaba enfermo. Juro que pensé que le había caído una teja en la calle o algo peor, una grúa del ayuntamiento, una rama de un árbol... Parece que todos los incompetentes y corruptos a los que criticaba tienen coartada para la tarde del domingo. Fue una neumonía, joder. La gente todavía se muere de cosas antiguas, sobre todo si hay complicaciones. De ayer a hoy, he estado leyendo muchos artículos de admiradores, críticos, literatos y amigos. Por lo visto, ya muerto, era la hostia en vinagreta para los que no se lo reconocieron en vida, o no con la misma efusividad. Por mi parte, lo reconozco, nunca pude leer ninguna novela suya, y mira que lo intenté... Sus artículos en El País sí. Los domingos se soltaba con la prosa, era más legible, y sacaba a mear al cascarrabias a enredar un poco por el panorama patrio. Su sentido del humor afloraba y él mismo se divertía un rato tocando las narices, a menudo con toda la razón del mundo. Suerte los que lo conocieron y trataron en vida, que al parecer era un gran tipo y de lo más jovial. En algún momento, supongo, Arturo Pérez Reverte recuperará el paso, se apretará los machos y escribirá alguna cosa en recuerdo de su íntimo amigo. O no, que cada cual lleva el luto como quiere y como lo siente... Descanse en paz el hombre.