miércoles, 25 de agosto de 2010

DESTROYER

Y otra que tal. Escribo "Destroyer" en el google para pintar algo de estética heavy, y me sale un destructor con todas las de la ley en maniobra de despiste antisubmarinos. Le cambio la banderita por una española y, hala, al Cuerno de Somalia, a defender nuestras latas de atún de los piratas. Me encanta la estela que va dejando y el primer corte sobre el agua, ese envión transparente como una loncha de plexiglás.

POR MOR DEL AERÓGRAFO Y DEL DIFUMINA


Sólo quería pintar una chica en actitud sugerente, por trabajar pinceles, y mira por donde sale una churri con una expresión cojonuda (tetas aparte). Me encanta el sudor (¿mojadura?) de la cara. Salvando la insalvable distancia, más quisiera yo, me suena al XIX romántico español: Carbonero, Sala, Casado del Alisal, Rosales... Y Gisbert, claro. Esos monstruos. No podían pintar biquinis así, pero lo habrían hecho si el Cura Merino vuelve la cabeza un ratito. Aerógrafo al 62% y difumina con fuerza 75. Pondría el autor de la foto, pero ya se sabe que en las páginas porno no firma nadie. Dos o tres pics más adelante, a la chica se le ve el calendario en domingas, y no son para tanto. Están mejor así, en su maletita-bikini dos tallas más pequeña.

EL DEPORTE REINA


Ya ha dejado de ser una afición furtiva. Después del fútbol, el segundo deporte más apreciado por el público varón es ya, sin lugar a dudas, el Voley Playa femenino. Por fin puede confesarse públicamente sin miedo a represalias. El Deporte -en lo que tuvo de glorificación del algoritmo muscular del ser humano en la antiguedad clásica grecorromana- ha llegado al cénit de la transparencia y las opciones lúdico-deportivas más recónditas han dejado de ser motivo de vergüenza. Por la inteligencia de sus planteamientos, por el necesario dominio de la estrategia y por el generoso sacrificio físico que ofrecen sus jugadoras, partido a partido, infierno mental a infierno mental, el Voley Playa femenino goza actualmente de un seguimiento mayoritario, público y respetado. Cuán lejos quedan aquellos tiempos de la oscura y sedente Inquisición en que señeras jugadoras fueron abucheadas en plazas y playas de escarnio, vilipendiadas en su entrega, estigmatizadas por su atuendo, difamadas en sus bloqueos, quemadas sin bronceador. Cuán lejos las guerras Carlistas que provocaron sin querer con sus giras por provincias con playa. Cuán lejos los obsoletos análisis con células madre para averiguar la procedencia de sus atléticas nalgas moldeadas curva a curva en la asíntota exclusivamente deportiva que hoy nadie discute. Reivindicamos, así pues, un deporte y una afición. Que la libertad del buen gusto deportivo se imponga sobre criterios inquisitoriales, carlistas, médicos, y/o machistas. Y que de una vez por todas acabemos los aficionados sensatos con las invasiones de campo para quitarles a mano la arenilla de las exuberancias de las jugadoras. ¿O acaso no ha reglamentado la federación las duchas compartidas para tal efecto? No perdamos esta ocasión histórica, señores, y continuemos asistiendo noblemente a esos partidos de Voley Playa, palestra de la inteligencia y reclamo de la civilización occidental. Y llevad bañadores holgaditos, joder.
*(La chica del pantalón blanco ya es veterana en este blog, pero sigue trabajando bien y la repito)