martes, 23 de enero de 2024

EL JUECECILLO DE LOS RECADOS

Se enfadan los jueces si les dices cualquier cosa como si estuvieran hechos de otra pasta, de otra carne mortal, de otro cristal más fino que el del resto de los humanos de a pie. Qué bonito pelo tienes, qué hechuras de animal sexual, qué sabiduría te gastas en tu pestañeo a la luz de la luna...  Como que no les gusta. Por la cosa de la separación de poderes, por Montesquieu o por lo que sea, se enfadan los jueces, muy dignos ellos. También si sugieres de pasada que podrían ser imparciales en su trabajo, al menos de cara al público. Que no se les note tanto la ideología de derechas, el pelo fascista de la dehesa, por ejemplo, si hablamos de jueces con querencias diestras en el ruedo. Al de arriba, Manolo, Manuel García Castellón, le han dicho recientemente -por Dios qué decires, ¡y a un juez!- que se le notan demasiado sus sentencias a favor de la gente del PP, que ya huelen, que los culpables reaccionarios se le van siempre de rositas como agua de lluvia en una alcantarilla de La Moraleja. Bueno, y que también deje de hurgar en la ropa interior de los partidos de izquierdas, como Podemos, que ya son muchos años cacheándolos con saña y difamaciones en la puerta de la lavandería y los chavales siempre han demostrado que no tienen nada sucio que ocultar y que huelen, todo lo más, a alcanfor. O esa soplapollez de intentar enjuiciar a algunos políticos catalanes por terrorismo porque a alguien le dio un infarto en una de sus manifestaciones, y que sólo calificaría de soplapollas al juez que quisiera instar al procedimiento, por más independentistas que sean. Ah, que es el mismo juez del que hablábamos antes... Al que no le gustan ni la gente de izquierdas como Podemos ni los independentistas catalanes que suscitan infartos con sus manifestaciones. Vaya... Pues definitivamente sería de soplapollas, señor juez. Relato de ficción. Por cierto, que no sé si los soplapollas tienen jubilación del estado o es como los autónomos, que cobran luego según hayan ido ganando de soplapollas en su vida laboral. Miro las hazañas de Manolo en su currículum y no distingo bien, pero cuando se jubile, como sea, se va a a llevar un pastizal de todos sus grandes éxitos como soplapollas oficial o autónomo, como derechos de autor. Y hasta puede que le regalen una puerta giratoria de recuerdo en lugar de un reloj. La de Génova 13, mismamente. Qué años más buenos, ahí, 24 horas al día al pie del cañón, parando taxis o juicios, de cuando era el juececillo de los recados, una criatura apenas, viendo pasar y trabajar y robar y volver a pasar y robar a sus admirados líderes de España.