sábado, 3 de noviembre de 2012

LA ALCALDABLESA CONSORTE


Desde que Aznar se pasó al Lado Oscuro y atrajo consigo al aprendiz de ministro jedi Luke Gallardón Escañowalker, en Madrid manda la Viuda de Josemari & Hijos, sociedad limitada, en régimen de traspaso del Régimen. Y decir sociedad "limitada" es poco. Sociedad borderline. Lo que en las dinastías reales venía explicado por la hemofilia y la endogamia en cuanto a la idoneidad de los sucesores, en las dinastías municipales fascistas madrileñas todo se explica por el gen de la gaviota, que en unos sale Recesivo, véase Álvarez del Manzano (el Beato del Boato) , y en otras Rescesvinto, véase Ana Botella, la alcaldablesa consorte, que más reaccionaria y reina goda no la ha habido ni en el mango del paraguas de Wamba. A poco que se preste atención a las gilipolleces que salen continuamente del consistorio, podemos encontrar a la esposísima protagonizando casi todas. De hecho, Ana Botella es el atajo entre una tontería y la siguiente, de lo cortita que es. Como la Báñez, su mandíbula yunque de herejes la capacita para masticar el hierro colado de cualquier verdad hasta sacarlo en forma de globo sonda, como un chicle. Por si cuela y las viejas del Barrio de Salamanca le ríen la gracia. Por si cuela y Rouco Varela vuelve a dejar que le planche sus calzoncillos con la cara de Brad Pitt. Ahora ha soltado otra. Que como han muerto tres chicas en una fiesta, y eso es muy triste, se acabaron las fiestas en Madrid para que no vuelva a morir nadie jamás. En otras palabras, que dice la alcaldablesa que el Ayuntamiento ya no va a alquilarle a nadie nunca más ninguno de sus recintos para que la gente se lo pase bien. Siempre habíamos sospechado que la noción de futuro de estos tiparracos era el regreso a las noches de Ávila, en invierno. Oscuridad, frío y silencio, que divertirse es el demonio y al Opus Dei le gusta el dolor. Qué mejor excusa los muertos, qué mejor excusa las putas, qué mejor excusa los borrachos, qué mejor excusa los fumadores, una y otra vez, para conseguir ese feliz regreso de penitencia a las noches de Ávila, en invierno. Medida tras medida, cilicio tras cilicio, desde el alegre desbarajuste con Tierno Galván (mucho más que la Movida Madrileña, que eran cuatro gatos) hasta este Madrid de terrores nocturnos (el Halloween municipal) post Manzano, Gallardón, Aguirre y Botella en el que la peña tiene que divertirse de diez mil en diez mil y vigilados por nazis realquilados por el ayuntamiento. Allá cada cual cómo se lo monte para echarse a la noche en estos Madriles, pero si la que va a poner las normas de la fiesta es la gogó del Valle de los Caídos, mejor una avalancha discretita en el salón de mi casa, que me dejo fumar y el pinchadiscos seguro que habla español. Había otra caricatura encabronada de la ceniza por ahí. La recupero. Por comparar. El cabreo, digo. Siempre me sale un diorama de la mandíbula. El molde de su dentadura lo tiene su dentista en el cortijo, de arco de entrada, como en "Bonanza", la primera serie americana con el nombre en español. Luego vino "Dalas", pero ya era porno.