sábado, 15 de marzo de 2014

POLÍTICOS DE MALA NOTA


En la formación de una crisálida hace falta un gusano, sombra y algo de tiempo. En la formación de un político hace falta el mismo gusano, dinero en la sombra y  un instante. Plop. Abogados, empresarios, trincones y tratantes de ganado huelen la pasta y en seguida tienen una visión estructurada del mundo para organizarse en asociaciones empresariales y comerciales afines a la Escuela de Chicago (mostradores de metacrilato) y a cualquier partido de gusanos votados que les ponga la tienda en franquicia: CECOMA, FEDECAM... Y a volar con tu dinero y el mío. Cajas de gusanitos con hilo musical de Vivaldi para que quites la tapa y te salga un político recién formado volando con la pasta. De ahí lo importante de la formación. Tanto en los desfiles como en la etapa de aprendizaje del individuo: no está bien robar, no está bien estafar, el dinero público es de todos, y por esos alrededores de la moral extraterrestre y la ética ciencia ficción... Pero luego es que ya hay politicos volántropos retorcidos que vuelven a por más y de la propia formación, ah, otra vez la caja, sacan pasta retroactiva... Los cursos de formación que ni se dan ni se reciben y que sólo aprovechan al que se los inventa y cobra la pasta que daba el estado para que se impartieran. Formaciones fantasma, como los rusos en Crimea, pero ahora con diezmil parados en ectoplasma que ni los diez mil de Jenofonte (Anábasis) queriendo volver a la escuela (Grecia). Alguien no ha enseñado a alguien, pero alguien ha matriculado a alguien. Porque parece que parece ser que parece que los millones de euros de tales cursos se los ha quedado el cabecilla de una trama de apropiación indebida de matrículas, como los etarras en una noche loca de coches aparcados y destornilladores. Alfonso Tezanos, el jefe de estudios, arriba, y un tal Aneri, el director del colegio. Pero quedémonos con Alfonso, que en lo de las fisonomías proclives a falsear matrículas podría ser un candidato ideal, aunque volvamos a Lombroso... ¿O tú le prestarías la bici a este señor? Razones de peso aparte, no hay una cara de feriante sospechoso más adecuada para que le dejes tu salario, el número de tu cuenta corriente, o cuatro millones de euros de dinero público para que el buen hombre los administre con sabiduría, equidad y justicia... Y que Dios bendiga a todas las ironías de esta entrada. Y a las series formativas de televisión. Los Soprano, por ejemplo. Entre sus muchas virtudes para delinquir, lo que más me gustaba de Los Soprano de Nueva Jersey era su desparpajo. Apenas si trataban de disimular con sus chanchullos. No se hacían pasar por abogados o directivos eficacísimos. Eran gusanos de segunda y tercera generación de mafiosos. No tenían títulos de mariposa. Y no se disculpaban por sus aspectos de matones, sus andares de delincuentes, ni, mucho menos, sus ridículas caras de empresarios por accidente. Lo suyo era robar a la sombra de la política o a la del que apareciera por el barrio a emprender algo. Hasta con rutas falsas de recogida de basura. Empresarios por accidente, porque lo suyo era robar. En familia. ¿Inventarse unos cursos de formación a cargo del gobierno con ayuda de tu mujer y de tu cuñado? Puede ser. Un plan, la familia, robarle al estado, engañar a diez mil pobres diablos... Buen episodio. Pero si te pillan, no andes diciendo por ahí que "Te han hundido la vida", joder. ¿Qué capítulo de Los Soprano te saltaste? ¡Recapacita! ¡Averigua quién te traicionó! ¡Piensa en qué despacho de la administración dejaste sin deslizar el sobre que hacía falta...! Y, sobre todo, un respeto a tus maestros, coño, que han intentado formarte como es debido... y mira qué notas, Alfonsito.