domingo, 17 de febrero de 2013

LA OPORTUNIDAD DE LOS ACTORES


Lo único que no se le perdona jamás a una gala es que sea aburrida. La gala de los Goya de esta noche podrá ser reivindicativa, patética, auténtica, sórdida, alentadora, cutre, payasa o castrense. Pero que no sea aburrida. Los médicos se manifiestan en sus hospitales, los maestros en sus escuelas, los parados en sus bares y los actores en sus escenarios. Se podría argumentar que un cirujano no reivindica sus derechos en mitad de una operación. Pero porque el cirujano no está obligado a dar espectáculo y lo mejor que se podría decir de una de sus intervenciones quirúrgicas es que fue aburrida. Dejemos que los actores se manifiesten, entonces. Que se "expresen" de una vez. Si no han logrado darnos espectáculo como actores en sus películas (no soporto un tanto por ciento muy preocupante de sus interpretaciones), veamos de qué son capaces en un making off como personas. Estoy convencido de que el talento acabará aflorándoles por algún sitio. Que no sea como la espada de Catón, que le afloraba por la espalda cada vez que se arrojaba sobre ella intentando suicidarse. Pero no veo yo a Fernando Tejero tan lanzado, oye. Y que al más mínimo gesto de ponerse auténtico, González Macho me lo estampa contra un foco. Antes bien, me temo que va a ser  una gala moderadamente ácida (como esos chicles que te achinan civilizadamente los ojos), con chistes políticos sangrientos (pintura roja), alusiones mordaces con mordaza, un monólogo contra la subida del IVA a la metafísica, y alguna que otra intervención fuera de tono, más o menos guionizada, con oficio, con perdón. Como gremio, los actores tienen bastante difícil competir con  las plataformas anti desahucios o las mareas contra la privatización de hospitales o la precariedad en la educación. ¿La última película de Garci contra la última de Ada Colau? Garci debería salir del país, entonces. No sé. Tal vez pueda intentarlo Fernando Tejero, por ponerlo otra vez de ejemplo, interrumpiendo de mala manera a Eva Hache con sus gritos de pescadero. Ya lo estoy oyendo. "¡No a la bajada de mi caché, bonita!". Ya lo estoy viendo. Ahora busca su primer plano. Pone cara de integridad, de dolor, de compañerismo, de fe, de empatía y de salvad las ballenas, todo en un mismo rictus, guiña a cámara como lo haría Cary Grant en una de romanos, toma carrerilla para arrojarse de bruces sobre una espada de goma clavada en el suelo, siempre a la romana..., pero en su lugar recibe un hostión de González Macho que lo estampa contra  un foco. Aplausos. Publicidad.