jueves, 26 de junio de 2014

PUERCA POLÍTICA


Ayer sólo tenías que comparar la cara de Magdalena Álvarez con la de Ana María Matute para comprobar los estragos espeluznantes que provoca la literatura en las personas, el surco reptiliano de la imaginación con oficio en las comisuras, la curva de alimaña que se dibuja en tus ojos con  la suma de todas las fantasías que concebiste para perturbar el sueño de los niños, la amargura incesante de tu boca negada para la sonrisa a causa de inventar mundos y emociones para otros... Dos caras que dimitían al mismo tiempo... Y por cierto, cómo echo de menos escribir sencillo y desear que descanse en paz la mejor de las dos y que a la otra la sigan aguantando en su casa, que yo no puedo. A la que vuelva a ver su careto de mala de Maitena otra vez en la tele, gomito. Lo dicho, y por si no se me entienden los sarcasmos con la marea negra de la política pringándolo todo ayer y tapando lo importante: que una pena lo de la hija del paragüero, y que la tierra le sea leve. Qué carita más dulce hemos perdido. De matute.

¿DÓNDE ESTÁ WILLY?


¿Dónde está Willy? ¿Ahora mismo? En su casa, jugando a los vestiditos con Rosa Luxemburgo... Da igual donde mires. Da lo mismo el partido político, la empresa de aguas o el quiosco de chuches. Ayer el sumidero rezumó profusamente desde las cloacas del Parlamento Europeo hasta las meaderos de pared de Palma de Mallorca donde se alivian codo con codo Castro y Horrach, con Cándido y Madalena morreándose por allí cerca sin conocerse de nada. Pero el golpetazo de tufo más intenso sí que me llegó con el plan de pensiones de nuestros parlamentarios en las letrinas de Europa, pasados y presentes. Cristóbal Montoro incluido. Ana Valenciano incluida. Y Rosa Díez. Y Cañete. Y Willy Meyer. Este último el único que ha dimitido a día de hoy. Por coherencia, dice. Que él no sabía que la cosa se gestionaba por una SICAV. Que él esos temas de tener un plan de pensiones multimillonario como que ni le van ni le vienen, ni le importaban, ni se enteraba, ni le hacía caso a sus milloncitos para la vejez... Por los cojones izquierdos de Lenin, Marx y Engels en fila india, colega... Pero como tienes que pasar a la fuerza o por ingenuo o por incompetente, lo arreglas dimitiendo. Por ingenuo, por incompetente, por coherencia, y por las siete cosas a la vez. ¡Ah, pero por corrupto no! Qué más da, tío coherente, sopas, referente libertario del mundo oprimido, si te pasa el autobús de los Payasos de la Tele por delante y no te enteras. ¿Para qué quiero yo a un empleado mío sentado en un despacho como una vaca en un prado? Lástima de voto. Qué me importará a mí tu dimisión por coherencia de vaca al teléfono, como en el chiste. "Ya... sé... hablar". A buenas horas.