miércoles, 10 de abril de 2013

NIEGO LA MAYOR


El motorcito de nevera que tenía por corazón Margaret Thatcher se paró definitivamente estos días. Su cabeza de ariete con cardado se había detenido algunos años antes, para alivio de muchos. Su cabeza de carnero. Su cabeza de cabrona. El conocido complejo de superioridad de las yeguadas militares. Churchill fumaba puros. Ella fumaba mineros y tenía el punto "G" en Gales, Glasgow y por ahí. Dolor, cuero, tacones, mofletes de alcohólica. Disciplina inglesa. Hombres vestidos de mujer. Mujeres vestidas de notario. Reagan. Gorbachov. La Thatcher. Dos hombres y una mula. Los gurkas entraban borrachos en su vagina alumbrándose con antorchas y muchos no volvieron. Los trenes salían borrachos y privatizados de sus estaciones y muchos no volvieron. Los parados salían borrachos a operarse en sus hospitales para perdedores y muchos no volvieron. Ella se planchaba su vello púbico con una tonelada de hierro japonés y las chispas que surgían punteaban alegres las gafas de fascista de Augusto Pinochet como un castillo de fuegos artificiales en la noche. Pinochet sí volvió a Chile. Sus millones no. Hoy sólo hay que ver las reacciones desoladas que ha provocado la muerte de "Maggie" entre los reaccionarios más viriles de la política española para corroborar que fue una gobernanta de burdel de travelos. Les ponía cachondos verla meando de pie en los Spitting Image. "La Dama de Hierro". Niego la mayor. No era una dama. Era un puto bicho. De su picadura en los ochenta tenemos al estado de bienestar en la sección de paliativos. Que le hagan la autopsia con una radial y le saquen el antídoto, que anticuerpo ya era toda ella por fuera.