domingo, 23 de mayo de 2021

MIGUEL REINA 2, PORTERO DE CAMPO CON GAFAS


De pequeño quería ser el señor de verde de arriba, Miguel Reina, portero del Atlético de Madrid por aquellos tiempos. Ni Iríbar, ni García Remón, ni Artola, ni Carnevali... El Bilbao, el Real Madrid, el Barça, Las Palmas... Miguel Reina y sus patillas, del Atlético de Madrid. Y por Reyes, ya ni recuerdo el año, pedí su equipación... La de portero, por supuesto. Con sus guantes y sus rodilleras. Lo que más ilusión me hacía eran las rodilleras. No sé qué pasó en Málaga esas navidades que no había equipación de portero para nadie y mis padres me "trajeron" el seis de enero una preciosa equipación del Atlético de Madrid, pero de jugador de campo, tampoco recuerdo qué número. Un jugador de campo, joder. A mí el que me gustaba era Ayala y sus galopadas locas de lateral, abajo, junto a Leivinha, con melena y bigote, pero mi madre no lo iba a permitir bajo ningún concepto, ni las galopadas sin mirar a izquierda y derecha, ni las greñas... Así que antes que dejarme el bigote y la melena con siete u ocho años me hice yo mismo de urgencia unas rodilleras recortando una recámara que tenía mi padre en el patio y sujetándolas con unas gomas elásticas que le robé a mi madre del costurero. A disparo bestia de Antonio Pino con una pelotilla de plástico, en esa primera estirada heroica en un solar lleno de gravilla y chinos criminales me hice un agujero en la rodilla desde el que se veía Ceuta. Luego aquel pozo comenzó a llenarse inmediatamente de sangre, dejó de verse África, y el portero (de campo) con gafotas cuatro ojos, capitán de los piojos, se fue cojeando a casa a recibir instrucciones en la banda. Lo importante no era la lesión ni curar aquel agujero del que no paraba de salir sangre y que me tapaba como podía con la mano, lo importante era aquella calceta recién estrenada, echada a perder nada más comenzar la leyenda, y sobre la que mi madre tendría una opinión propia acerca de lavados y de jugar en la calle como un gitano... Pero allí estuve yo entre aquellos dos ladrillos verticales para que el tiro de Antonio Pino no fuera gol. Aplausos desde Ceuta a los dos segundos y esta mañana de domingo, cuarenta y tantos años después, enhorabuena a todos los Atléticos por la Liga. Mañana me compro yo mismo la equipación de Oblak, sin intermediarios.