miércoles, 19 de diciembre de 2012

LOS JUECES JUSTICIEROS


Al respecto de negarle o no la atención médica a los inmigrantes sin papeles (el dinero es papel, al fin y al cabo), el Tribunal Constitucional acaba de decir que es más importante la vida que el dinero. O sea. Oyes. Bueno, en concreto han dicho "la salud", no "la vida", pero porque no pueden permitirse lujos poéticos. Cualquier rendija en su solemnidad podría ser aprovechada por el vulgo para penetrar en la condición humana de sus miembros, y perderles el respetito. Chúpate el millón de páginas de jurisprudencia del Aranzadi, sácate tú unas oposiciones a juez, pégale codazos hasta a tu madre por hacerte con una poltrona en el Tribunal Supremo, en el Constitucional, o en el Corte Inglés Ceremonioso con toga y puñetas que más te guste, y sal luego al balcón a decir que si la salud, oiga. En realidad lo que quería anteponer este gobierno de sicarios del capital no era el dinero o los papeles o los permisos de trabajo (ja), sino la raza. La cosa de la piel y las distancias y las costumbres distintas. Con el permiso de los jueces o sin él, un negro , lo que se dice un negro, siempre será mal visto por las marquesonas y los descendientes de Fernando VII en un ambulatorio del Barrio de Salamanca. Aunque el negro, lo que se dice el negro, tenga permiso de trabajo, los papeles en regla, y un taco de billetes en el bolsillo como el mango de la fregona de Mazinger Z. Ellos son así. A qué vamos a extrañarnos a estas alturas del genocidio de pobres. De lo que sí me extraño es de que necesitemos jueces con arrugas labradas en oro en la cara para recordarnos lo obvio: que el bien está bien y que el mal está mal. Y aplausos, oiga. Que los lleven en volandas sus mayordomos al estanque de zumo de mandarina y que los masturben alegremente las ninfas del derecho natural, que se lo han ganado. Unos vejestorios resecos y resentidos (con el Gobierno y con la vida en general) que aprovechan la cosa de los inmigrantes para tirarle un pedo a Rajoy en toda la foz y que lo vea el pueblo llano. Esa demagogia. Los mismos jueces que no comparten procedimiento ni objetivos con ese otro excompañero suyo, Baltasar Garzón. El que no veía bien el tráfico de drogas, los atentados de ETA, los asesinatos de Pinochet, los republicanos muertos olvidados en las cunetas y el robo a mansalva de los populares en la trama Gürtel. El juez diferente. Que ya  tiene que estar podrida la justicia para que un tipo así no pueda ejercerla. ¿Por bocas? Puede. ¿Por advenedizo? Puede. ¿Por estrellita? Puede. Y hasta por torpe con los procedimientos. También puede. Pero no por malo. Ni por atreverse con los malos. Por estar con la gente y con su mismo sentido de la justicia.  Y eso os jode pero bien. Eso os revuelve las tripas y os inquieta en la merienda con la condesa. El borborigmo Garzón de vuestras entrañas. Así que a mí no me volváis a decir lo que está bien o lo que está mal en un balcón, que no os creo una mierda. Ya haremos los demás lo que nos parezca. Porque lo que era darles medicinas a los inmigrantes sin papeles y atenderlos de tapadillo, ya lo hacían los médicos bien nacidos. Por más que se opusieran los fascistas y por más que hubierais tenido la boca callada hasta ahora, que también estáis para una urgencia... Justicieros, que sois unos justicieros.