sábado, 23 de mayo de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS EN ALGÚN LUGAR DE LAVAPIÉS (71º DÍA DE CUARENTENA)


"Héroes del Covid-19", la escultura apadrinada por Isabel Díaz Ayuso (IDA) para simbolizar y representar la lucha de la Comunidad de Madrid contra el coronavirus, es una espantosa estafa de mierda, así que yo creo que es perfecta. Vamos, es que lo clava. Y cualquiera del equipo de gobierno de la Comunidad puede verse no sólo representado, sino realzado por el artista. No en vano, el abuelo del escultor recibió el premio Nobel por sus estudios de la Fosforilasa y la biología de los virus, así que todo encaja. Me gusta saber que la cadena de transmisión que ha ido desde el científico Severo Ochoa al escultor Víctor Ochoa ha sido Radio Olé y que ha mantenido su autenticidad en todo momento. Desde la biología del virus a su simbología ribonucleica para culminar en el sindiós del epítome fecal aéreo en Fosforilasa, que ya era premonitorio hace tres años cuando lo realizó el artista al tuntún y cuando los gitanos empezaron a robar ese mismo  material por las noches desenroscando fosforescentes de las paradas de autobús del ayuntamiento y brincando por los descampados... Para las esculturas en Fosforilasa, mucho mejor eso que el cobre.

El científico en principio asturiano Severo Ochoa se hizo pronto estadounidense tras escapar de España cuando la Guerra Civil y ni por el forro pensó en rectificar su pasaporte con los años, salvo para morirse bilingüe en Madrid y que lo enterraran nostálgico en Luarca. Se queda a investigar en España y lo hacen bedel de una churrería, que también llevan batas blancas. Qué bonito que les pongan sus nombres a los hospitales a esos médicos y científicos que intentamos joder con tanto empeño en sus carreras: Severo Ochoa, Gregorio Marañón, Ramón y Cajal, Virgen de la Concepción, esa gran ginecóloga... Este último hospital debería ser un Materno, como su propio nombre indica, pero sólo se utiliza para el trapicheo de piezas de recambio de Lavapiés, mayormente. Algo así como los almacenes de chatarra de Desguaces la Torre, solo que en la Concha le borran mejor el número de bastidor a las prótesis.

Deriva la cosa en hospitales, y es tal vez el inconsciente el que me lleva. El lunes es el Día D de nuestra cabeza de playa en la Fase 1 y tenemos todas nuestras lanchas de desembarco llenas de deberes infantiles, migas de bizcocho y cables de ordenador... Digo que la cosa deriva en hospitales porque es probable que a todos nos acaben derivando a hospitales si no contenemos el primer impulso de asaltar las playas de Normandía cuando veamos la más pequeña de las terrazas con su pequeño camarero alemán de Móstoles o de Leganés defendiendo su blocao o café con churros 2'50 €, mantengan la distancia de seguridad entre ustedes durante la invasión, los drones con megafonía tapicera de la policía municipal harán las veces de acoso aéreo de la Luftwaffe, disculpen el hilo musical, no aglomerarse, no aglomerarse...

Supongo que hay más cosas en la Fase 1, pero la reunión con amigos y el acceso a las terrazas sin que te fusilen en ambos casos me parece suficiente cine de aventuras como para pensar en el cine existencialista francés. Entre otras cosas porque todo ha pasado muy rápido y porque apenas me acuerdo de cómo hemos llegado hasta aquí, y casi hablo en "plural mayestático", últimamente "plural futbolista". Cómo hemos llegado hasta aquí y devanarte los sesos para extraer algún tipo de moraleja que te ponga mirando en la dirección correcta de cara al futuro, aunque sólo sea para pensar que no has perdido casi dos meses y medio de tu puta vida en esta cuarentena... Tú y todos, perdona... Ya. Muchos no han perdido su tiempo: muchos han perdido su misma vida... Así que ya basta de moralejas y de psicodramas baratos, que no tienes estudios para eso. Sigue con lo de las terrazas y los bares, que se te da mucho mejor y tienes experiencia, Pimpinela...

Experiencia... Vale... Pero me sale el indio y ya va siendo hora de que acepte que a mí lo que se me dan bien son las moralejas... Precisamente las moralejas y vivir del cuento, y que esto del Diario ha sido un volatín pendenciero-intimista completamente fuera de contexto porque me pudo la angustia y la ansiedad al principio y ya no supe parar... Hasta hoy, más o menos, que pongo pies en pared... Salvando la evidente distancia y la obvia diferencia de talento con Iriarte, con Samaniego, con La Fontaine, con Esopo, con Fedro o con Perrault,  comparto con ellos el oficio de Fabulista y la argucia de ponerle voz impostada a los animales para que se expliquen mejor. Hoy en día, y salvo alguna cosa, eso es trabajar de guionista de televisión. Con perdón de quien me quiera perdonar, y con las honrosas excepciones de algunos presentadores, actores y actrices, más de un animal ha sido felicitado por sus amigos y yo estoy acostumbrado a vivir en la sombra mientras me paguen y me sirva para ganarme la vida con ello. Al menos me la ganaba hasta ahora. Desde el principio del confinamiento y bastante antes, de este teclado mismo del que se han ido deshojando los días de la pandemia, no han parado de surgir bocadillos (de cómic) las 24 Horas y a mucha honra. No sé si vale como nueva categoría laboral, pero aquí he estado currando como un reponedor cómico de supermercado o un honrado transportista de chistes tecleando en Google a las cuatro de la madrugada para averiguar cómo se llamaba la madre de una tonadillera, por ejemplo, y pueden mirar el tacógrafo cuando quieran. Digo esto porque creo que he sabido compaginar a partes iguales la angustia con la ansiedad, aunque mi patetismo haya sido mejorable en algunos momentos, pero sin hacer más mérito ante el virus que componer, imagino que como todos, la figura de Don Tancredo en la puerta de toriles con que iban dando la cifra de muertos y contagiados de cada día. Un Don Tancredo con teclado y con Word, pero Don Tancredo. Y ni siquiera "Perfect", digo el Word, que me han temblado las canillas y la barra de espaciamiento cuando tenía que escribir ligero (en Andalucía es sinónimo de rápido) y lo primero que me salían eran dos lagrimones de hijo en el frente y tu madre viendo Tele5 en Málaga...

Así que con la entrada de Madrid y Lavapiés en la Fase 1 daré por terminado este Diario del Coronavirus y mi doble vida de Montaigne con nariz de payaso y la de Joaquín, el del Betis, en un taller literario. La secuela de los rebrotes y repuntes del virus en Lavapiés que la escriba sandiós.

Sin moraleja.

Mañana Domingo, vísperas, 72º Día de Cuarentena, nos asomaremos a los acantilados de Dover.