domingo, 12 de septiembre de 2010

EL AMAGO DE INFARTO DE LA PEEP SHOW GIRL...

...Caminito de la cabina.

El dibuito sólo es un fracaso. Esa añagaza de transparencias trata de tapar el desastre incorregible de la mano izquierda, que ha quedado enteramente fuera porque no me salía ni pa'trás. Lo que era una chica tapándose los pechos en una fotografía de lo más inocente, queda como una tragedia con ambulancias en un establecimiento porno. ¿Ves lo que pasa por pintar como el culo, guapín? ¡Acabas de quitarle el pan por una temporada a un chulo de putas!

LA NOCHE EN BLANCO

Es hermoso que por una vez coincida la Noche en Blanco madrileña (museos, galerías, etc) con la Noche en Blanco catalana (Barça 0- Herculés 2, no poder dormir, etc). Banda de viento en el Caixa Forum (de hecho quedó rápidamente a nuestra espalda), percusión con claqué de un negro rasta sobre la jeta del pobre Murillo, muy cerca de donde posaba Velázquez más sordo que Goya...




... Y una estupenda batería de meaderos unisex de concierto. Había una caseta más grande para minusválidos, imagino que también unisex, pero estaba cerrada. Mear ahí dentro, con la luz cenital de unos plásticos que filtraban la de las farolas, fue también una hermosa experiencia cultural...



Pero, aparte de un ortodoxo botellón en la plaza de Neptuno, auspiciado por Radio Nacional de España, las mejores manifestaciones artísticas de la noche fueron un graffiti en la calle Doctor Fourquet (probablemente llevaba semanas allí) y las fabulosas tiendas de campaña que montó el ejército en los bancales de regadío del Reina Sofía. Yo creo que los chavalotes de caqui propusieron directamente un pase de lo mejor de Tinto Brass, pero se tuvieron que conformar con una pequeña muestra comercial de Milo Manara. Eso sí, en otra tienda de maniobras, una sucinta exposición de pintura rápida (cojonuda) y un cuadro solidario / voluntario que me gustó mucho y que he tratado de pintar abajo de memoria (me daba corte sacar allí dentro el móvil, por más que aquello fuera un barracón transeúnte del ejército). Ah, y un chino, Qing, en otra galería de Fourquet: un cuadro del tamaño del cleenex de la Estatua de la Libertad y con un porrón de chinos dándose agüitas y barros en un balneario. Intentas salir del barrio y, zaca, de China a Chinón.



Dice el ayuntamiento que unos 700.000 madrileños se echaron a la calle ávidos de cultura. Yo digo que una polla. Sólo en la cola que había en el Museo del Prado ya eran unos 700 millones.