martes, 25 de febrero de 2014

EL VISITANTE 200.000

Hoy, ahora mismo, a las 9:17, este blog acaba de recibir la visita 200.000 desde que comenzó su escritura hace ya algo más de siete años.
Por la cifra redonda.
Quién lo iba a decir.
Va uno dibujando y escribiendo, y de pronto son casi tres mil entradas y 200.000 visitas clavadas. Algunas más, según estoy escribiendo esto mismo.
Y donde el aforo del local, como en todo garito que se precie, la placa conmemorativa de la primera entrada. Otros enmarcan un billete, yo enmarco esto...

viernes, 19 de enero de 2007


A MODO DE SALUDO


Cedo memoria y teléfono.
Casas que fueron,
paseos.
Regalo sábanas,
libros,
dormitorios, ciudades enteras.
Doy calma.
Libero cajones.
Desato perros, cartas y fechas.
Al día de hoy,
le quito el sombrero a mi ombligo
y que le llueva.


LOWON ha salido de casa y os saluda.


OPERACIÓN RITZ: LOS TRISTES CONTRA JORDI ÉVOLE


De todos los que participaron en el sketch documental de Operación Palace, el que más me gustó fue Garci. Y no por sus dotes interpretativas, que para eso es director de actores y conoce el paño. Ahí fueron más sorprendentes Vestrynge y Mayor Zaragoza, por ejemplo. Qué par de muñecos para la Pixar. Lo que me encantó de Garci fue que se prestara con total normalidad al supuesto trapicheo con el Oscar que le dieron. Si Felipe González podía tirarse al suelo por exigencias del guión (y Anthony Hopkins agacharse bajo una tronera), él podía simular durante una hora que la Academia le había dado el Oscar en pago por su cámara oculta con el golpe de estado del 23-F. Sentido del humor, profesionalidad, y como decía Iñaki Gabilondo en la SER, "humildad". Luego el recochineo en El Intermedio de que si Garci hubiera rodado de verdad el 23-F, ese golpe de estado todavía no habría terminado. Un punto a su favor, de todas formas. Para apreciarlo en lo que vale, habría que conocer la lista de los que declinaron participar en la broma. Felipe González entre ellos, por supuesto. Lo más divertido de los efectos que aún colean con el documental trampantojo es la numerosa caída de caretas por editoriales, articulos y redadas en Twitter. Los ofendidos. Los dignos. Los tristes. Cuanta peña a la que tenía en buen concepto, incapaz de encajar un vacile. En mitad del terreno de juego, un súbito quiebro periodístico, un regate a los escasos datos que se disponen sobre un acontecimiento crucial en nuestra historia, un cabezazo en el área pequeña de nuestras convicciones para poner en entredicho las condiciones en las que se ejercita la "libertad de expresión" en este bendito país de mierda... Y, de repente, la jugada nos deja a todos con el culo al aire. Sin portero. Sin defensas. Sin anticuerpos. Tanta es la mierda que nos tragamos sin fórmula cualitativa, que cuando nos dan un delicioso potito que nos vuelve locos no soportamos que con el primer eructo de satisfacción nos digan que es mierda pura con la tuna de la Sexta cantándonos alegremente la fórmula cualitativa: morbo, argumento de autoridad, guión maquiavélico, montaje verosímil y oportunidad. ¿Efectos secundarios? El País calificando la pieza de "Patraña" (no se ha visto más rencor colectivo) y el coro de los tristes con el culo al aire borrando twits, berreando por los balcones que ellos esperaban información fidedigna, no un embuste, y que a Jordi Évole se le ha acabado la credibilidad. Juás. La credibilidad se le ha acabado a este país hace años. Y el reseteo sinvergüenza del 23-F sólo lo ha puesto en evidencia. Nos han colado la Monarquía, la Transición, el Rescate Bancario y la Reforma Laboral como piezas de riguroso periodismo, ¿y no aguantamos una divertida función de instituto? Echadle un ojo a todos los que están ahora en plena Operación Ritz, a ver si os tomaríais una caña a gusto con ellos. Tú no, Mati, que contigo sí me la tomo... Y, por supuesto, con Garci. A que me cuente otra vez eso del "western de sentimientos" de "Canción de Cuna", que sé que le inspira. Por el buen rato del domingo estoy que le aguanto lo que quiera.