miércoles, 8 de julio de 2015

LA EDUCACIÓN EN MANOS DE UN PERIFOLLO


Cuando uno vota Democracia, la Democracia es elegida como forma de Gobierno y uno cree que vive en Democracia, se pasan algunas estupefacciones y algún que otro asco doloroso cuando te colocan una alcaldesa hereditaria o un ministro aristócrata, y entonces te replanteas el país en el que vives y adónde mierda fueron todos tus votos desde que cumpliste los dieciocho. Por el retrete. El país, tus votos y la puta democracia fraudulenta que te quieren colar como animal de compañía. El cantante de cruceros de arriba es en realidad tu nuevo ministro de Educación, el Barón de Claret, Don Íñigo Mendez de Vigo y Montojo, el sucesor del cyborg Wert, de año sabático bien ganado en Paguí, de asueto en el Palacio de los Gomendios. Hijo de militares y casado con casa grande, el chavalote que nos reúne se ha pasado la vida de crucero en crucero animándole las veladas al régimen franquista hasta que le han dado por fin el ministerio que se merecía por su sangre azul falange. Y no le des más vueltas a que vaya a ser un ministro póstumo (por las próximas elecciones a degüello) o que alguien tenía que sustituir al calvorota Gollum de la reforma educativa criminal. Un aristócrata de pitiminí es el que decide qué hacer con la escolarización de los barrios de chabolas, el hambre que pasa un niño sin comedor escolar y sin beca, y qué ejercicios sobre religión católica se han de rellenar con los Cuadernos de Vacaciones Santillana en la playa de barro cuarteado de las periferias españolas... Un perifollo. Tu votas Democracia y a tus hijos los maleduca y los maltrata un perifollo. La represión con perejil. Y a callar, populacho.