jueves, 30 de diciembre de 2010

LEY ANTI FUMADORES SUMISOS

Habla el Estado. Prohibido fumar en los lugares públicos. En donde yo te diga que es público. Veremos la verdadera catadura de los españoles de principios del siglo XXI. En qué valoran su libertad. En qué su independencia. En qué la rebeldía frente a la baba blanca y blanda de la manipulación institucional, el tufo a cloroformo del sistema. El hormiguero.

TE ONANIZAN LA REALIDAD


EL GOBIERNO
LAS MARCAS
LOS IMBÉCILES
Te onanizan la realidad
Y todo es endorfina,
Aledaños del orgasmo
Aunque la maldad,
Aunque la basura,
Aunque la infamia,
O a lo mejor precisamente por los
Aunques
Y disfrutemos en los agravantes.
Reventaremos como un triquitraque
Pero alguien saldrá a la ventana antes:
Onanización, joder, onanización...

miércoles, 29 de diciembre de 2010

POLAROID

Tengo una idea. Tengo unos niños. Tengo unos sitios. Tengo unas historias. Falta gente. Ya vendrán.

martes, 28 de diciembre de 2010

CAGO'N MI PENA...

jueves, 23 de diciembre de 2010

ENTRADA EN MATERIA


"¡Hay callos en la vida tan fuertes...! Yo no sé...". A Vallejo unos callos lo habrían matado. Y a Valente lo habrían puesto metafísico al borde del plato, como a un poeta con un bic nuevo, de tres puntas, tres garbanzos a elegir. Pienso en el estúpido moro que se sintió ofendido por la mención a Trévelez, aunque los callos sean filológicamente de vaca. Entrada en Materia. Un cátedra que guardo en mi corazón (materialmente perdido el volumen). Otro cátedra cardiaco, "Metanoia". Pobre Carlos Edmundo de Ory. "Si me fumo, me fumo hasta el humo. Si me hundo, me Carlos Edmundo". Todos muertos. Y yo pintando callos por humorismo. Un humorismo piadoso. De guía turístico por horas en un pueblo perdido y sin humor. Lo de ahí fuera. Las lucecitas de la maldad. Turrón de mala baba. Me gusta la humildad usada y poco higiénica del tenedor. Qué coño, son callos en la pista central de un plato espalda de puta cara. El mayor espectáculo del mundo.

martes, 21 de diciembre de 2010

EL SORTEO DE MAÑANA

Los niños de San Ildefonso... Los niños de San Ildefonso... ¿Es que nadie va a investigar a ese cura de mierda?

domingo, 19 de diciembre de 2010

SEÑALES DE NUESTRA INMINENTE EXTINCIÓN (FRITURA MALAGUEÑA: HOY, BOQUERONES)


El fanatismo por lo moderado que veo en muchos, ese salvajismo del borrego en perseverar en la lana. El integrismo de la salud, sus misas, sus creyentes, sus hojas parroquiales en la tele. La ficción democrática, sus fábulas y personajes, sus políticos ranas. La ñoñería meticulosa como imperativo categórico de la vida social. El pazguatismo como medicamento genérico. La tolerancia pazguata. La figura emergente y contagiosa del mediocre fatuo, el pusilánime hinchado, vociferante. El regreso de los dioses inmisericordes. El regreso de sus brujos. La comida barroca. El sexo peligroso. La vanidad solidaria. Los vídeoniños. Las caritas de los novelistas. El deporte trilero en manos de los estados: mira la bolita, dónde está la bolita; se acabó la seguridad social, guión no lleva acento, pero mira la bolita. Los derechos humanos de los perros. El derecho de los demás a tu vida. Y que aún sigan sin arder todas las facultades de economía del mundo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

VEN AQUÍ, 2011, QUE TE VAMOS A HACER VIRUTA


Tal vez haya otro par de representaciones estéticas de la felicidad, otro par de puestas en escena -una vieja fumándose un puro, un niño en un parque meando potentemente en arco-, pero como un plato de jamón nada. Como ese atrezzo poético del optimismo, nada. Tampoco es la capitular del enésimo "otro poema" sobre los dones o cualquier otro regate literario, otra sublimación malabarista frente a la penuria cósmica. Eso de arriba se come (o al menos eso he intentado). Mira que busqué fotos buenas de raciones de jamón. No me convenció ninguna del todo. Y, oh, desgracia, tampoco tenía modelo en casa. Así que la ración de arriba es un jamón de memoria. Un jamón Proust. La anagnórisis del jamón ideal. Pero la masticable. Medicina blanca. Carne de fuego. Diario de los Cerdos Faraones, Proust, no te equivoques con tu mojama de cisne o con tu cecina de madalena. Jamón ibérico. Eso ondeando en la punta de un cuchillo jamonero es una bandera (ya he visto un icono parecido por ahí, en la web de unos tales machacas y becarios). ¿Y el plato cascadito? Pues como Mihura, que bendecía su cojera cada vez que un crítico se apenaba de él y no le castigaba demasiado en los estrenos. Jamón y optimismo terrenal. Eso que he pintado arriba, con su hambre y su sabor y su olor y su tiempo y una inagotable botella de buen vino tinto. Que alguien ponga el pan y los chistes. Ven aquí, 2011, que te vamos a hacer viruta.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

“DE LA FARRUCA DE FONTAINEBLEAU, DE LA SOLEÁ COMO PALO Y DEL FLAMENCO BILINGÜE”


“Mi relación con el flamenco siempre ha sido equívoca, por no decir equivocada, de fallo en fallo. Desde chavalito. Me topé con Porrina de Badajoz en un casete que había por mi casa porque lo confundí con Ray Charles (esas gafas), y lo mismo me pasó con otro casete donde tenía que haber cantado Clint Eastwood en Almería y era El Cabrero en Aznalcóllar (Sevilla, ese poncho, ese sombrero). O estoy mirando a un balcón, pienso que se ha muerto el alcalde, y sólo es una señora de negro y con mantilla a punto de arrancarse con una saeta, que viene a ser lo mismo que un villancico en un pesebre pero al revés y en un balcón (no confundir con los cantes de ida y vuelta, que tampoco sé exactamente lo que son, pero porque viajo poco). Con estos antecedentes y estos mimbres, ya en Madrid y menos chavalito, ni que decir tiene que entré en la Soleá por si dentro había algún tipo de terraza o similar, qué raro en la Cava Baja. Y tampoco, claro. Resultó que aparte de ser un palo flamenco, era un garito con solera. En definitiva lo fue, económicamente, el palo flamenco, noche tras noche, cuenta tras cuenta, aunque el dueño fuera payo, amable y más serio con sus cosas que un boticario de guardia: Francis, ojo clínico, bebidas para los dolores y ni un tintineo cuando la guitarra de Alfonso se ponía en marcha. El mejor “selector de ambiente” que he conocido. Antes de mirarte la solvencia en la entrada, o la borrachera, te miraba el aforo. Y era necesario. Con el derecho de admisión Francis afinaba el local como si lo hiciera con un instrumento. Aquello era tan pequeño que la acústica cambiaba en función del número de gordos que dejaba pasar, por ejemplo, o de gente con poco pelo. Albañiles, tapiceros, yesaires, chispas, fontas, algún turista entendido, el despistado, el estudiante, las Erasmas, mucho sin oficio conocido y conocidos sin mucho oficio. Unos a cantar, otros a escuchar, y el intrépido que pasaba cada media hora el canastillo pidiendo una voluntad para el chalet del guitarrista. Ésa fue la vieja Soleá durante años y sin un rayo de sol ni en los almanaques, así que venme tú ahora con la moda de los vampiros a todos los que echamos los colmillos en ese bendito sitio de flamenco para espontáneos, bebidas para los dolores, inolvidables madrugadas para olvidar cada uno sus cosas y por rincones. Y, por supuesto, sin saber nunca qué estaba sonando ni qué palo de la brisca pintaba en el aire. Y preguntarle a Alfonso era un cachondeo: “Yo tampoco”, te decía imperturbable. Perfecto, aquel flamenco bilingüe. Recuerdo que en una de esas sesiones brutales en las que igual se cantaba por Marchena (un pueblo), por El Lebrijano (un gentilicio), que por Camarón (un monstruo), apareció un gitano abetunado, de los de un millón de caracoles negros en la nuca, sonriendo con todo el mármol del porche y un diente de oro. El concepto sinvergüenza con ángel. Un borbotón de arte que lo mismo venía de capar un guardia civil que de venderle un airbag al Tren de la Fresa. Traía con él una mujercilla carísima y que parecía cualquier cosa menos una española en faena y a las tantas: elegante, educada, menuda, muy... desespañola. Pero, ay, amigo, aquello era La Soleá, y a los cinco minutos el Lladró ya se estaba inventando la farruca de Fontainebleau ella solita, ¡agsa! ¡agsa!, tenía la falda por bufanda y se había lanzado a un taconeo frenético que píllale tú el morse. Francis le puso inmediatamente una ración de jamón entre las piernas, por si la Madelón, y ésa fue la presentación en La Soleá de Manuel, el pieza, y su novia francesa, Melanie. Qué dos. El grito de guerra para las bulerías y fandangos de Manuel era “¡Naranja, naranja!” y se lo daba él mismo, Francis le ponía su limón, Melanie se pedía otra de jamón, Alfonso tanteaba por alegrías y Manuel cantaba su martinete con unas risas o una guajira del Molina macho entreverada con otra del Molina que no. Flamenco bilingüe. Recuerdo que en una de éstas acabo de acompañar a Manuel por palmas, contentísimo, feliz de haber contribuido a la magia; al gitano le caigo bien, pero me mira de arriba abajo, se rasca una oreja con el meñique que tiene alicatado de colorao y me dice: “Una cosita, niño, ¿tú cuántas manos tienes?” Ésa fue la última vez que se me escuchó a mí un repique en La Soleá. Sin rencores. Desde entonces opté por quedarme sentado, callado y recogidito, junto a Alfonso, ganando salero por acumulación... Y es a lo que iba con La Soleá, Manuel, Melanie, y ahora el bloque de putas finas al que me mudo por Chamberí a los pocos meses, en la calle Viriato, azares de la vida. Una mañana bajo las escaleras del portal con la gota de jabón todavía en el pelo y, zácate, cámaras de televisión, micrófonos y todos a por mí, díganos. Asesinato en el cuarto piso. Una de las lumis, cosida a puñaladas en la bañera, a la antigua, como la mujer de un senador romano, y que si yo tenía alguna relación como vecino, putero o etcétera. Nones. Ni idea. Yo sólo etcétera. Por Dios. Abran paso y a enterarme. La asesinada era Melanie, la francesa. ¡Vecina mía! Rediós. ¡Naranja, naranja! Estas cosas pasan en las letras del flamenco y más en un Madrid... Por la noche se ha corrido la noticia en La Soleá: “¡Han atasabado a la gabacha!” (¡La gala ha sido asesinada!) y ya estamos esperando a que Manuel no aparezca... Y, efectivamente, no aparece. Ni rueda de prensa yo no fui, ni rueda de reconocimiento todos los gitanos son iguales. Confirmado. ¡Naranja, naranja! En la bañera. Es que era puta. ¿Y no lo sabía el Manuel desde el principio? En fin. Quería escuchar a un asesino arrancarse por rumbas en un Madrid y me quedé con las ganas... Pues claro que desapareció Manuel unos días. ¿Qué esperábamos? Pero desapareció porque era gitano, flamenco bilingüe y a lo mejor chulo de putas, y ponle tú a los de la criminal una excusa, un móvil, un MP3, o acierta con la hora exacta de la coartada a minuto por caracolillo en la nuca y ya me está enseñando usted la factura del reloj tan bueno que me gasta lo mismo que la navaja de Albacete que lleváis todos los que tenéis un diente de oro, que no me creo que se pasara usted la noche cantando con quién y dónde los hipidos... Cuando se descartó que hubiera sido él y todos teníamos ya suficiente cara de culpables por haberlo pensado, lo contraté a las bravas y por derecho para animar como un campeón una boda anfibia entre italianos, casi una fusión de Telecinco con España, convite de postín en Villalba. A él y a un cuadro flamenco que dejaba sosa a la Terremoto. Esa noche, y por seguir con la fiesta, los doscientos kilos del padre italiano del novio ocuparon enteros el patio de taburetillos de La Soleá, cambiando por completo la acústica, como era de esperar, pero que mientras el italiano siguiera pidiendo jamón a ese ritmo a Francis como que plin el cante menos jondo y las góndolas de secano. Va bene. A falta de tarantelas, Manuel le arreó con tarantas y todos contentos. O casi. Naranja, naranja, pero tristes. A Manuel le faltaba su Melanie de repente, al mes o así de aquel sindiós de muerte y sospechas, y qué vergüenza por dentro haber pensado que. No tardó el gitano en desaparecer de La Soleá. Nos lo leyó en las caras y no podía ser, por los clavos de Cristo, ni os arriméis a lo que yo quería a esa niña porque entonces sí que os llevo a todos por delante como perros. Y no volvió más. Por esos días yo también dejé de pedir milongas y comenzaron a caer los whiskys por peteneras, que mi novia no paraba de haberme dejado todas las noches y aquello del flamenco de botica entre anónimos, marca blanca, ayudaba un montón. Ah, qué recuerdos raros de esa junta con la peña, solidarios como niños chicos con el lobo fuera, los recién bajados del andamio, los que traían la hormigonera todavía de sonotone, los abandonados, los divorciados, los desahuciados, cantando dolores sin parar y con aquella posología de letras tan buenas para lo mío como para lo de ellos, que casi siempre era la horrible muerte en rebaño de todas sus madres y novias en algún barranco crónico del pasado achilipú, traiciones contranatura, olor a colonia barata y olés de quirófano.



Nunca supe quién había matado a Melanie. No fue Manuel. Creo que por su muerte acabó pagando el duende. Pero échale tú un cerrojo a ese sinvergüenza.



Y Martinete no es ningún personaje cómico, que me lo acaban de decir".



REVISTA BORONÍA – 2ª EPOCA (2010) – Nº 2.



Permiso, Gabriel. He preferido colgar lo de arriba a escribir algo nuevo. Será porque sigo sin tener mucha más idea del flamenco. La entrevista que le hiciste en ese mismo número a Morente ya era magnífica entonces. Asume que ahora es histórica, amigo. El tipo que no quería oler a mármol, entre carcajadas... Es sobrecogedora la alegría que aún sigue rezumando ese hombre. Pobre Morente. Que en paz descanse.

lunes, 13 de diciembre de 2010

A LAZO Y DESDE UN LANDROVER

Sr. Juez: No se culpe a nadie si mi suicidio es cursi...

EL TRÁGICO BALANCE DE TODOS LOS FINES DE SEMANA

BRAIN (EL BANQUERO DE CABEZA AZUL) Y STORMING (LA SERPIENTE BUENA): UNA FÁBULA






(CONTINUARÁ)

MALOS TIEMPOS PARA LA CRÓNICA

Y NO LO OLVIDEN: EL OBJETIVO ÚLTIMO DE LA LENGUA PERIODÍSTICA ES HACERSE COMPRENDER. ¿O ACASO NO SE COMPRENDE QUE UN LAMECULOS USE SU PROPIA LENGUA, SEA ÉSTA LA QUE FUERE?

domingo, 12 de diciembre de 2010

EL NOBEL A UN CHIVATO


Fabada aparte (el vino y el pan lo pones tú, Marce), me llevan los demonios con un fragmento que escuché del discurso de agradecimiento del Nobel del pánfilo pijoflauta Vargas Llosa. Con la tontería de que la literatura une a una gran variedad de seres humanos lectores (a los oyentes se los saltó), el cabronazo chivato de mierda destripó el final de seis o siete obras maestras. Estupendo favor a quienes aún no las han leído. Maravillosa lección de desencanto para los millones de neófitos que pudieron escucharle: Mala suerte, chavales. Que si la ballena se cargaba a Ahab, que si Bovary se suicidaba, que si la Karenina también o que si el pueblecito de Comala estaba habitado exclusivamente por muertos, "que yo lo sé". Jódete, lector primerizo. Como si te cuentan el final de "El sexto sentido". Pero en Nobel. En peruanito llorón porque su mujer le hace lentejas y maletas y le filtra las visitas y le organiza la próstata. Me cago en todos sus muertos. Que alguien le quite el esmoquin y se lo haga comer. Hijo de mala madre chivato millonario de mierda tonto del Boom de los cojones. Espero que Pantaleón abjure de ti y escupa en tu foto de solapa. En solidaridad con Pedro Páramo, por ejemplo. Cambiando de tema, pero sin dejar de hacer sangre, me lo he pasado pipa pintando la morcilla asturiana de arriba. Lo decía Angel González. La historia es como la morcilla de mi tierra: se hace con sangre y se repite. O algo así. Que aproveche.

sábado, 11 de diciembre de 2010

LA CIVILIZACIÓN SECRETA DE LAS COQUINAS


Las coquinas han filtrado durante siglos los libros sagrados de los Atlantes, sus libros de amor, sus libros de cuentas y sus libros de pasatiempos. La civilización secreta de las Coquinas ha absorbido todo su saber y su recóndita forma de sumergirse en los pensamientos más profundos. Pero la civilización secreta de las Coquinas odia nuestra civilización de superficie. Nos odia incluso sin que estemos civilizados aún. No sólo no las leemos, ni las admiramos por su belleza y su serenidad de ventanales al silencio y la meditación, sino que nos las comemos a la que vemos más de tres juntas. En tertulias, en manifestaciones, en corrillos, en rebaños. Las atacamos con rastrillos, con redes, con niños entrenados. En restaurantes, en chiringuitos, en casa, en platos de plástico, en cucuruchos, en bandejas de plata, en loza de trantrán. Nos odian. Pero no porque las comamos sin parar, sino porque las comemos sin dejar de hablar. Sin el respeto que merecen, ellas, de tan alta cuna batiscafa, de tan reputada ascendencia Atlante. Huelva, Cádiz, Málaga. Nos las comemos como las pipas. Y como las pipas, sin dejar de cascar. Y cuanto menos trascendente el tema, mejor. Comer civilizaciones como quien come pipas. Ahí nos parecemos a Dios. Ahí nos comparamos. Eva le ofreció una manzana a Adán. Lucifer le ofreció un cucuruchito de coquinas a Dios. Y pa' bajo. Las coquinas de arriba ya estaban pensadas, pero al buen propósito se ha añadido una petición del Oyente ratificando el menú. De farero a farero. Oído cocina, oído tableta, marchando y ahí están. En su punto poético y de figuración somera (con las conchas finas me dejé la piel, hostia). Next coming: una fabada de La Máquina, que espero que me quede más asturiana que la sidra en spray. Otra petición del Oyente. Y yo feliz. No hay mejor juntura que la comida y la amistad, coño. A la que me meta con la civilización secreta de las Fabes, me cae un piedro de la cueva de Covadonga que me apaña pa' un rato. Como hizo Pelayo con los moros para que no le quitaran a la hija del visir de Gijón. Asco de moros, acudiendo vilmente a rescatar a una niña secuestrada antes de que el Pelayito se la pasara por la piedra, como buen cristiano. Que aproveche, Montecarmelos todos. Ya aprovechará, Assange del Naranco.

viernes, 10 de diciembre de 2010

DE CONCHAS FINAS Y ESPÍAS RETIRADOS EN TORREMOLINOS


Haciendo un poquito de patria, pese a que el manjar no me guste, y porque las ostras de antes no se suban a la parra, racioncita de conchas finas de Málaga. Limón y pimienta al gusto, y pa' dentro. Lo hice una vez y dije socorro. El bicho se come vivo, claro, y comerse el aparato digestivo de alguien para luego digerirlo tú es redudante, aparte de capicúa. Prefiero pintarlo. Y un verdadero placer, oiga. Lo que es perderse en la curva de una almeja. Ocho almejas. Un placer haber merodeado como un turista inapetente en sus blanduras y transparencias. Haber hurgado con el pincelito en los huecos de sus conchas y en el punto "g" de sus brillos hasta la salivación. Pura psicología inversa, supongo. Con todo, ha quedado un bodegón de lo más sereno. No digo yo que suscite una égloga, pero estos platos suelen tener un entorno de camareros histéricos, barullo de prisas y a ver quién pide más cervezas con la de gente que hay para llegar a la barra. Con esto de los moluscos, creo que voy a seguir con las coquinas. A lo mejor unas navajas. Últimamente todo va de filtraciones, que es como se alimentan estas señoras, mayormente. Assange, cata una, que los ingleses seguro que te tienen a Beefeater en la Torre de Londres. Concha fina, australiano. Cute Clam. De Málaga. Con la de espías que se retiran en Torremolinos... Vistos con estos ojitos, jugando entre ellos a la paleta en la playa. El ruso contra el americano, el chino contra el japonés, el alemán contra el francés... Todos con el pelo blanco cortado a navaja, ochocientos años, y mirando de reojo hasta la hora, cuanti más la hamaca enemiga de al lado.

jueves, 9 de diciembre de 2010

DE BANGLIS, INSULTOS Y CACHONDOS.


Una ilustración muy apropiada para la serie "Mi Barrio", compartimento "Tiendas Banglis de fruta, verdura, gominolas, pilas y vino escondido", pero ha quedado fuera. Por tardía, pero sobre todo por realista. La llamamos "The corner" y es muy socorrida. Y socorrente. Y generosa. Buena pesca de pan crujiente a cualquier hora del día. Por mareas, incluso caliente. Y mandarinas como rodamientos contra el mal rollito. Husse me enseña achiperres de bangli de vez en cuando. "Jave ná": No quiero comer. "Cha pat sal": Café para llevar. "Pasaboro": Culo gordo (bueno, esto me lo enseñó Kauser)... Y la mejor de todas: "Dulabai", palabreja que me colaron como "Hijo de puta" y que empleé una noche en plena calle, muy cabreado, a pleno pulmón: ¡Dulabai, dulabai, dulabai...! ¡Hijos de puta, hijos de puta, hijos de puta! Pero todos los banglis que me escuchaban se volvían sonriendo y con carita de cachondeo. ¿Era porque escuchaban a un rostro pálido insultar en su idioma? Pues no, mire usted. Era porque lo que estaba diciendo era, sencillamente, ¡CUÑADO! Normal que se descojonaran de mí. Cachondos los banglis, oye. Luego ya me lo enseñaron mejor. "Argirbulá": Hijo de puta. Esta sí que sí. Y aseguro que no es lo mismo que el "hijoputa" distendido que se dice en Andalucía. Te lo escucha un bangli, aunque sólo sea para que te confirme la pronunciación, y palidece. Cómo respetan a sus madres y cómo ningunean a sus mujeres, los chavales de la aceituna. "Ecta ruti non banda": una barra de pan que no esté rota, Husse, salao. "Argi sú? Argi su ná". ¿Algo más? Nasti. "Bidai": Hasta luego, noruego.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

¡OSTRAS, MATEO MORRAL!

Ayer por fin me hice con aperos de fumar. Como quien se compra un arado y unas semillas y se echa al monte a vivir de sus siembras. Aperos máquina de liar, cigarrillos vacíos (tubos) y paquete de picadura (Domingo Negro). Achiperres contra el abuso de los mandarines. Yo, que he sufragado con mis impuestos directos a las labores del tabaco media autovía del Mediterráneo, he dicho basta. Por lo pronto y para comenzar. Todos los principios son aristócratas. Así que tabaco de picadura y ostras, como adelanté. Ostras, que me producen aversión gastronómica, pero que son un vergel para los pinceles. Esa falsa suculencia (la primera arcada del primer náufrago que se propuso comerse ESO), todos los matices del gris y del blanco como perífrasis de un bocado que promete llenarte de tornasoles el paladar y luego es ameba en su fango de líquido amniótico y eructo de ola. Ola, óleo y aerógrafo, básicamente. Tabaco de maquis y ostras de menú de hijo de puta. Tiembla, Sistema. Habéis parido otro Gavrilo Princip. ¿Qué fumaba Mateo Morral? Si no hubiera sido por aquel tendedero de ropa... Ah, las redonditas bombas Orsini, también liadas a mano... Me gusta cómo ha quedado la viruta blanda del hielo (derritiéndose a ojos vistas, aguaminoso ya) y el frío de los dos pobres limoncillos.

lunes, 6 de diciembre de 2010

EL CHARLESTÓN COMO SÍNTOMA


Definitivamente estamos en el mismo despiste con que arrancó el siglo XX. La embriaguez de las nuevas tecnologías, el poder hipnótico del capitalismo, la estupenda lejanía de los nortes (de cualquier objetivo cabal), y la consecuente lluvia unánime de irresponsabilidad sobre los individuos, uno a uno, hasta la delegación de aspiraciones, libertad y perspectiva en monstruosidades abstractas y colectivas como los estados y las grandes corporaciones. La aviación, el cine, la lavadora, el teléfono, el tractor... Ese vértigo. La Banca March, Rockefeller, Ford... Esos dioses. La colonización de África, del sudeste asiático... Ese imperialismo. La Sociedad de Naciones, la United Fruit Company... Esa globalización. El paralelismo es lisérgico, más aún cuanto que estamos a cuatro años de la Primera Guerra Mundial. Hace unos días hablé del charlestón y no era por casualidad. Está por todas partes y no siempre en metáfora. Oid su ritmito en las alegres filtraciones de Wikileaks, en las apariciones de Obama en los programas de televisión, en las presentaciones de café cantante de los nuevos inventos, de la nueva magia (Ipod, Iphone, Facebook...); el charlestón en la conga de presidentes bananeros de Sudamérica, en los grandes Gatsbys de Europa y América, en los fumaderos de opio de las bolsas asiáticas, en la lubricidad de los jeques árabes, en la radio de las caravanas de camellos por el desierto buscando uranio, en las cuevas de Alí Babá donde se esconde el dicharachero Bin Laden. El charlestón como síntoma y mis chipirones rellenos como ida de olla de arte nada engagé y el propio ostracismo misántropo (otro día pinto unas ostras) de vivir en las Hurdes de Lavapiés, pero con internet. Volviendo a los chipis: en lata, recomiendo los Cuca; en directo, los encebollados del Gatxelu, sito por Capitán Haya, penumbra de certeras amazonas de un solo pie contra el muro, las nuevas coco chaneles negras de las cavas de Cuzco, y otra vez el charlestón.

domingo, 5 de diciembre de 2010

SIMONE DE BEAUVOIR Y SARTRE PIDIENDO PEPITOS DE TERNERA

Dos pepitos de ternera de pan de ayer, de migajón chicloso y corteza afilada, mataencías; dos marcapáginas de filete vareados encima de una plancha grasienta, dos tarjetas de ganado grabadas al fuego, el código de barras impreso al carboncillo en una loncha de aceite quemado, la radio en cualquier partido de fútbol muy lejano, con locutor sobreactuado, histriónico, el bar en cualquier esquina de barrio con parados, los parados dos amigos que esperan sus pepitos tomándose un par de cañas fundamentales en la barra mientras hablan de lo puta que podría dejar de ser la vida, si quisiera. Expulsión del existencialismo. Penalti. Han inventado un detector de billetes falsos con música. ¿Y cómo es? Pones el billete en el cacharrito, debajo del foco, y suenan Los Chichos. El billete falso baila. El bueno no. Dos cañas más, jefe. Como las balas de corcho. Mañana tengo entrevista de trabajo. Aféitate. Si fuera por eso. Aféitate. Pero si ni siquiera es de lo mío. Aféitate.

sábado, 4 de diciembre de 2010

PRIORIDADES