domingo, 22 de marzo de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS EN ALGÚN LUGAR DE LAVAPIÉS (9º DÍA DE CUARENTENA)


Pensamiento estúpido. Descartando la vía aérea, los mancos tienen un cincuenta por ciento menos de posibilidades de infectarse con el bicho. Pensamiento estúpido extra. ¿Con qué aprensión estarán leyendo los ciegos los mensajes en Braille en esa parte de los rótulos dedicada a ellos en los espacios públicos? ¿Se atreverán a pasar los dedos? ¿Los rociarán antes con un spray desinfectante? ¿O tienen guantes de sensibilidad especial que permitan la lectura? ¿Algo así como esos condones "ultrasensibles" (ellos, no el pene)? ¿Y cómo sabe un ciego que el que tiene al lado está respetando la distancia de seguridad? Probablemente lo mida por el oído, respiración, jadeo, roces, pero... ¿Puede distinguir la distancia de un metro de otra de cuarenta centímetros, por ejemplo? ¿Veinte centímetros? ¿Cómo sabe un ciego hacia qué lado acaba de estornudar el que tiene al lado? Y hacia qué sitio correcto volver la cara rápidamente... Hacia qué sitio salvador...

Mueren aristócratas y presidentes de clubes de fútbol importantes a causa del bicho. Todos somos tejedoras francesas de bufandas. El chasquido de la guillotina suena fuerte en internet.

Ya están desplazando enfermos al hospital de campaña de Ifema. El ejército lo ha levantado de la noche a la mañana. Cinco mil camas. Estamos en guerra. En la radio dan sus dimensiones aproximadas. Es de grande como el doble de la Plaza Mayor de Madrid. Recién llegado, a mediados de los ochenta, ubicábamos nuestras citas de estudiantes en la plaza por los cojones del caballo de Felipe III vistos desde atrás. Huevo izquierdo, huevo derecho... Bocadillo de calamares 50 pesetas.

La gente sigue derrochando talento en las redes. Ocurrencias y genialidades a partes iguales, eso sí, mezcladas con muchas meme-ces. Fotografías, textos, animaciones, vídeos... Cubiertas las necesidades básicas de refugio, comida y bebida, los náufragos que en el mundo han sido habrían dedicado su tiempo libre a las bellas artes si hubieran tenido público. Por el contrario, su condición específicamente solitaria los abocó sin remedio a la masturbación. Por lo cual infiero que las redes están infestadas e infectadas (en estos días mucho más) de onanistas con público. Y pensando con algo más de distancia temporal, los esclavos le dieron a Roma y a Grecia todo el tiempo libre para que sus artistas se recrearan en la escultura, la arquitectura y las odas. También en el Renacimiento los mecenas regalaban tiempo libre a sus becarios a cambio de algún que otro encarguito de vez en cuando. Volviendo a nuestro atribulado presente, los esclavos aplazados del teletrabajo andan confinados cumpliendo con informes, cuestionarios y revisiones de estocaje, o como quiera que se digan esas cosas, mientras hacen esculturas femeninas con grandes pechos, Apolos con erección y vídeos enloquecidos de la cuarentena para que se rían grandes y pequeños en el Ágora... Onanistas esclavos con público y con jefes demostrando continuamente en mil pantallas que le tienen un miedo espantoso a la muerte y al día de mañana gracias a su inalterable sentido del humor. Van emojis: 😂😂😂

Informan a la población que la cuarentena se prorroga quince días más. El confinamiento, el encierro, el arresto... Como si hubiéramos tenido una pelea en el patio, como si hubieran atrapado a nuestro gorrión de las migas de pan llevando un mensaje a otra galería... Quince días más. Definitivamente los finales de torre de Paul Keres, Guerra y Paz, hacer una reproducción a escala de la Cibeles con colillas de porro. ¿Qué porro? ¿Cómo lo estarán pasando los camellos del barrio? La pregunta es literal: cómo "lo estarán pasando". Seguro que ya han inventado alguna forma. Entrega en buzones, huecos concertados, encima de la rueda trasera derecha de cierto coche aparcado en cierto sitio... Quince días más...

No necesito demasiados juguetes para pasarlo bien a solas. A unas malas, no necesito ninguno. Mi puta cabeza es un "Toy's r us" para lo bueno y para lo otro. Al acostarme, hay noches en que cierro los ojos con reticencia de niño chico que no quiere recoger el desastre que ha liado en su cuarto. Mucho menos cerrar la caja y guardarla. Quince días más... Vale, también hay noches en que el niño chico le mete fuego al cuarto antes de dormir... Con esta intensidad, me cazarán de madrugada corriendo en pelotas por la calle Atocha arriba.... Quince días más...