domingo, 28 de enero de 2007

ETIOPÍA


A veces, de verdad

Es una triste gana de irme

Un odio tan despacito

Que se diría de juguete

Como el del tonto de Juanjamón



Y no me gusta ya ni juntar palabras, cabrones.



Pero a este Domingo le voy a poner pimienta en el culo.



Por joder. Por estar. Por cantar en el patíbulo, que decía el otro tonto francés.

HEY


Hey, como siempre.

Tremendo bestia.

Una estampita del Apocalipsis.

Escribe. Deja el cuaderno.
Deja el cuaderno. Escribe.

Escribo.

Otra estampita del Apocalipsis.

Qué continua, sencilla y básica sensación de que nada merece la pena.

No quedarán niños a los que decirles: aquí hubo algo.

Otro puto planeta girando muerto en el vacío.

Vendrán más extraterrestres. Volverán a jugar con la doble hélice. Harán cultura de los microbios. Les pondrán piso. Jua.

Los egipcios ya se hacían pajas con los eclipses. Salud.

Estamos fregados. Como se decía en la película “Veracruz”: tócale otra vez, mano.

Coge el lápiz óptico y pinta este adjetivo. Ponlo arriba.

Pixies.

LA RATONERA




Es Joan. Catalán nacionalizado en Lavapiés. Gran tipo y conocido mío. Regenta un espléndido rincón ratonero en la calle Salitre de cuyos horarios están discutiendo aún en el Tribunal de la Haya. Ya puestos con Abdul, se incorpora Joan. Este retrato fue para ahorrarme su regalo de cumpleaños. Nótense los leves colores azulgrana de la camiseta. Todavía me está pidiendo que le juzgue dos o tres kilitos más a lápiz para poder mandarle el retrato a su madre. A veces el realismo está reñido con la familia. Y con la amistad. Pero no pasa nada. La vida es la puta vida. Ya estás tú también en interné, Joan, actorazo. Suerte con las quinielas.

AFRO TEMPO



Es Abdul. De Guinea Conakry. Gran tipo. Alguien dijo de él que cantaba como si fuera para un niño, lo cual es decir otra vez que es un gran tipo. Estos días se ha encerrado en un estudio de grabación con tres o cuatro como él, españoles, alemanes, guineanos, y van a sacar un pedazo de disco que nadie comprará o del que todos dirán que estaban aquí en Lavapiés viviendo cotidianamente este momento histórico. Cabrones todos. "Afro Tempo", por si acaso. El retrato se lo hice para ahorrarme el regalo de su boda. Casó en Buitrago de Lozoya con Melanie, una ingeniera agrónoma francesa, y por lo civil, como habría querido Voltaire. Salud, colega. Suerte con el disco. Por lo pronto, ya estás en interné.

LIBRO DE HORAS (7)


No habrás contemplado nada más elegante en tu vida. Este alejarse no se ve desde el último Dientes de Sable.

Franco sigue siendo alcalde honorario de Salamanca. Los fascistas del ayuntamiento se niegan a retirarle el título. Me gusta. Me gustan las cosas claras.

Mirad las caras de los dos alcaldes demócratas que se presentan a la alcaldía de EEUU. La cornuda y el actor de Hollywood. Mirad sus sonrisas. Esos ojos. Me gustan las cosas claras.

Nos vamos a la mierda.

Volveremos a pelear por la comida, por la sombra, por el agua. Ganarán los perros. Un minuto antes del Gran Kabum, pero ganarán los perros.

Correo electrónico a Washington, a Jefferson, CC. A Lincoln: los franceses queman a sus negros en los arrabales. La Revolución peligra.

En Lavapiés no sabemos qué costumbres adoptar definitivamente. Lo que sea sonará, tendrá colores y será bruto. Visto el horizonte de mediocres y tontos de la pera, habrá sangre. Alguno de nuestros moros aprovechará para liberar un bolso, pero habrá sangre de la que luego se escribe épico. Esta desesperación no se cura con madera ni con un teatro de hormigón y espejarraco de hall o de Niemeyer. Venid aquí a votar, imbéciles. Turistas de mierda. Todas las pateras de Tenerife y Tarifa están ahora abarloadas en la esquina de Lavapiés con Sombrerete, pero venid a tomaros una cañita y a sacar la foto. Seréis benditos. En un segundo. De un tarrazo multicultural. Venid a votar.

Correo electrónico a Martin Luther King: ¡Corre!

Correo electrónico a Franz Fanon: ¡Corre!

Cuando los guardias civiles y los obispos se manifiestan, el fin del mundo está ahí, a pares o nones. Focas en Galicia, nieve en Almería, Obispos en un semáforo.

Correo electrónico a Rouco Varela: Chueca está muy bien.

Consigna de manual del Opus Dei: la Santa Desvergüenza. Tal cual. Me gustan las cosas claras.

LEAVING ANTEQUERA (1)


Cuando me acuesto y cierro los ojos mi imagen dormidora, relajante, es la de una cruceta de punto de mira.
Una dulce, nítida y perfecta cruceta de fusil de francotirador.
Un fusil de qué tipo.
Fusil onírico, es decir, con silenciador.
En el cruce mágico de los ejes voy colocando caras meticulosamente.
Casi siempre son políticos de derechas, tipos de la televisión, canallas o imbéciles de la vida pública. Tal vez algún cantante, algún empresario, algún escritor eventual, algún alcalde fascista, algún cura pederasta, algún arzobispo pederasta.
Coloco cuidadosamente en el centro sus caras de hijos de puta, sus caras de chulos, sus caras de cretinos, sus caras de ratas millonarias, sus caras de cerdos impunes, aprieto golosamente el gatillo y sus cabezas revientan literalmente en una festiva nube roja de sangre, pedazos de carne y cráneo hecho confeti, una a una.
Chiuc, zac.
Chiuc, zac.
Chiuc, zac.
Fusil onírico.
Sus cuerpos aún se mantienen unos segundos en pie antes de caer descabezados y ridículos al suelo, y suscitar el alboroto gallináceo de los que hay a su alrededor.
Un muerto tras otro hasta que yo me quedo dormido y el mundo limpito de basura.
Oxigenado.
Mejor.
Despejado.
Políticos, famosos, periodistas, gentuza arbitraria. Chiuc, zac. Silenciosos muertos.
También hay veces en que la imagen dormidora, relajante, es la de una espada de caballero medieval. Una larga, pesada y brillante espada que hay que blandir con las dos manos. El procedimiento es diferente, pero ahí vuelven a aparecer las mismas cabezas, las mismas caras, las mismas sonrisas hipócritas, los mismos ojos falsos. Ya estén en un mitin, presentando un programa de TV o discutiendo en una tertulia: aparece de improviso el hombre espada como una bala, y les corto sus putas cabezas. De vez en cuando corto dos cabezas de un tajo o un micrófono de rueda de prensa pierde limpiamente su alcachofa; vuela alguna subcabeza de parásito o algún melón rubio de guardaespaldas con pinganillo y gafas oscuras. Chiuc, zac, por juntarte con quien no debes. Chiuc, zac, por proteger a este cabrón. Uno menos. Dos menos. Decapitación tras decapitación hasta que el hombre espada se difumina, yo me quedo dormido y el mundo limpito de basura de nuevo. Oxigenado. Mejor.
Despejado.
Ninguna sensación de culpa.
De cometer realmente esas masacres tampoco la tendría.
La sensación de culpa.
Creo.
Se trata de que yo duerma bien.
Se trata de que ellos desaparezcan.
Otras noches la secuencia consiste en la defensa de un paso estrecho entre montañas. Puedo ser un solitario guerrero espartano, con mi lanza y mi escudo, abierto de piernas, resuelto frente al paso, o puedo ser un sniper bosnio, fusil de francotirador, cuerpo a tierra y con munición infinita.
Y los que intentan pasar, depende.
Quizá asome una antigua novia.
B., con mil caras.
Un amigo traidor.
Otra vez los políticos, en patrulla campestre.
Famosos de excursión, tertulianos perdidos, intelectuales abandonados en los montes, un cura subiéndose la sotana, un arzobispo recomponiéndose la capa pluvial.
A las espaldas de estos dos últimos siempre llora un niño.
Ahí vienen.
En la vida, la justicia o la injusticia pueden ser relativas.
Aquí no.
En este momento no.
El que os espera es el asesino puro.
El Asesino Absoluto.
Y no hay más gaitas.
A lanzazos o con agujeritos negros en sus frentes, todos caen.
Defiendo el paso hasta que me quedo dormido.
Y el niño deja de llorar.