lunes, 4 de agosto de 2008

ARCHIPIÉLAGO MUNDIAL


Ha muerto Solzhenitsin. Ha muerto el horrorizado, pero los campos de concentración siguen. La tortura. El miedo. La manipulación. Los dictadores siguen ahí, abiertamente o escondidos detrás de las palabras. Y el pobre, viejo y desquiciado Solzhenitsin sale débil y sonriente en una foto, dándole la mano a Putin, el paladín de la verdad y la libertad; a Putin, el del KGB. Qué difícil es pegarse con todo el mundo y a todas horas. Si hay un más allá -y la güija así lo confirma-, espero que Solzhenitsin pueda reunirse con todos sus compañeros muertos en los campos de Stalin y Krushov. Que los junte a todos, les explique como sigue esto, y les quite toda esperanza. A los muertos. Mal plutonio se lleve a Putin y que vaya a sacarse otra foto de propaganda con su puta madre. Me he cabreado.