martes, 3 de agosto de 2010

MI BARRIO (40)

En mi barrio no hay cultura del desayuno pero porque la gente desayuna como le da la gana o incluso como quiere, y hasta los hay que hacen la Dieta de la Pena, que es desayuno-cena con un litro de coñac y las que les huelen la tostada son sus mujeres. Para desayunar en mi barrio ni siquiera hace falta estar despierto o haberse levantado o estar vivo. Anda y que no hay camareros que se han desayunado con uno muy quieto leyendo el Marca y era que estaba muerto, el café frío y el chupito a un lado, de reojo: mi dueño lleva muerto tres cuartos de hora, quién ha visto un chupito que dure tanto y en un barrio como este más. Los mejores desayunos de mi barrio son el de los campeones (porra y orujo), el de los subcampeones (churro y orujo) y el de los que hacen la ola en el público pasándose un mini de sol y sombra (anís, coñac y paro). También está el desayuno del que no se ha acostado, un balón a seguir que puede desayunarse una pelea con tropezones o quedarse muy quieto mirando al quieto del Marca como un animal que reconoce a otro en el sendero, mal asunto, Mariano, ese chupito me lo tomo yo o no se lo toma nadie. Ya se me ha muerto otro, que podría comentar el camarero esa mañana cualquiera en mi barrio.