MI BARRIO (40)
En mi barrio no hay cultura del desayuno pero porque la gente desayuna como le da la gana o incluso como quiere, y hasta los hay que hacen la Dieta de la Pena, que es desayuno-cena con un litro de coñac y las que les huelen la tostada son sus mujeres. Para desayunar en mi barrio ni siquiera hace falta estar despierto o haberse levantado o estar vivo. Anda y que no hay camareros que se han desayunado con uno muy quieto leyendo el Marca y era que estaba muerto, el café frío y el chupito a un lado, de reojo: mi dueño lleva muerto tres cuartos de hora, quién ha visto un chupito que dure tanto y en un barrio como este más. Los mejores desayunos de mi barrio son el de los campeones (porra y orujo), el de los subcampeones (churro y orujo) y el de los que hacen la ola en el público pasándose un mini de sol y sombra (anís, coñac y paro). También está el desayuno del que no se ha acostado, un balón a seguir que puede desayunarse una pelea con tropezones o quedarse muy quieto mirando al quieto del Marca como un animal que reconoce a otro en el sendero, mal asunto, Mariano, ese chupito me lo tomo yo o no se lo toma nadie. Ya se me ha muerto otro, que podría comentar el camarero esa mañana cualquiera en mi barrio.
Yo, que no soy tan rebuscado ni tan creativo en mis comentarios -y en general-, diré sólo que éste me ha encantado. Ya ves.
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