sábado, 30 de noviembre de 2013

UN GOBIERNO EN CELO


Como los perros. Salidos. Arrimándose a la pantorrilla de todo lo que se mueva. La libertad, la justicia, la igualdad... A golpe de cadera de decreto ley, de consejo de ministros, de antidisturbios. Pegan la cebolleta fascista a los hospitales y los dejan preñados de gerentes de clínicas privadas. Meten el ciruelo entre los radios de las sillas de ruedas de los ancianos y de los dependientes en general, y se acabó la regla de sus prestaciones. Se follan un aula entera de niños de primaria y a los nueve meses, un año lectivo, los tienen a todos cantando la Anunciación de María. Eyaculan en el BOE y a los dos minutos vomitan cinco mil erasmus españoles en Europa. Salidos como perros en celo, con la televisión pública convertida en el ministerio de la propaganda, la berrea del ciervo (también en celo), y la nueva ley de transparencia orinada (aprobada) en una esquina del congreso de los diputados. Y junto al Ministerio de Defensa (privado, para los negocios de Morenés), ahora el otro ministerio de nuevo cuño, el Ministerio de Ofensa, el antiguo Ministerio de Interior. La Ley de Seguridad Ciudadana. 30.000 euros por insultar a un madero. 30.000 euros por ofender a las instituciones. ¿A cuánto sale corear el "no hay pan para tanto chorizo"? ¿Pedir Democracia Real Ya será falta grave o será falta muy grave? ¿Y si lo pides bajito? Por pedir, los nueve años de cárcel que pedía Yolanda Barcina para los que le tiraron una tarta a la cara. La presidenta del gobierno de Navarra. La funcionaria pública que se llevaba muertas las comisiones de 3.000 euros por reunión de Caja Navarra, una entidad privada. La dieta navarra. La esparraguera de corruptos. Acostumbrada a recibir la pasta a manos llenas, le sorprendió ese repentino cambio de pasta a repostería. En su cara de santa. Si no fuera un chiste malo, ojalá saliera un buen levantamiento de esa levadura, pero los chavales del tartazo se han comido los dos años de cárcel de la sentencia por "atentado a la autoridad" y aquí no se ha levantado todavía ni el Tato de la siesta. Nos quieren poner concertinas hasta en la garganta y tiene que ser el cura de San Carlos Borromeo el que acojone al ministro meapilas con una carta al papa Paco si empieza a cargarse a los negritos en la valla de Melilla. Pide la excomunión para el ministro misadicto. Qué faena, oye. El soplacirios de las ofensas y comunión diaria, ex-comulgado. Nosotros en la política divertida y gansa del slapstick (tartazos) y ellos devolviéndonos la tarta en forma de pelota de goma en todo el ojo. Qué desproporción, oye. Qué celo con el tuerto devenido.


Será nuestra culpa de reposteros de la democracia si no comenzamos a fabricar unas tartas algo más duras. Será culpa nuestra si dejamos que estos cristianos de Al-Qaeda (base) terminen de colocar sus concertinas alrededor de todo lo que nos han robado, en libertades, en progreso, en derechos y en euros. ¿Castración química en las próximas elecciones? Vale, pero de cuerpo entero. Como galgos colgando del madroño de la Puerta del Sol. Proporcionadamente. Por seguridad ciudadana.