viernes, 15 de febrero de 2013

SE ESTÁ PONIENDO LA COSA MUY FEA


Ya no recuerdo la marca de lencería. Sweet Flesh, Happy Rabbit, Chichi's Secret, El Pedrusco, Playtex Station, Princesa Madre... Pero sí me acuerdo de su eslogan de hace unos añitos: "Guapa por fuera, guapa por dentro". Un eslogan que vale como principio activo de la belleza en las modelos, si pactamos que la lencería de la inteligencia se llama "discurso" y que ahí la mayoría de las modelos van en pelotas (véase la impudicia de casi todas las Miss Universo). Pues bien, a tenor de la lencería con que se nos presentan los tertulianos de la tele en los debates políticos (tercera regional de la dialéctica), lo que abunda es el "Fea por fuera, fea por dentro" o el "Picio por fuera, Picio por dentro". Permítaseme una digresión: Picio, personaje real y desgraciado, decimonónico chulo putas de Granada al que condenaron a muerte con todo el merecimiento. A la inesperada noticia de su indulto, suponemos que de la impresión, el hombre somatizó en su celda una cosa mala (hoy podríamos llamarlo "reseteo") y se le quedó la cara que daba asco verle: feo, feo, feo hasta decir por Dios y tener que ponerse una capucha. El pobre Picio murió tras muchos avatares de expulsión social y, según parece, después de mirarse por última vez en un espejo. Cuentan, incluso, que el cura le dió la extrema unción con un palo de 20 centímetros... Pues eso: "Picias por fuera, Picias por dentro. Picios por fuera, Picios por dentro". Y desfilando. Un repelente pase de modelos ideológicos aquejados todos de anorexia intelectual. Esos arabescos íntimos de perlé sobre los testículos de su trayectoria, esas filigranas de hilo dental sobre el arcano de su currículum, y tú sospechando que esas caras son el espejo de sus escrotos y de sus labios mayores. Escatologías aparte (estudio de los fines), son sospechas que se confirman felizmente gracias a algún repentino roto, en sus calzoncillos o en sus bragas, que evidencia sus vergüenzas más íntimas, ésas que no suelen ser de la parte de las anatomías, sino de las malas conciencias, perchero de los bajos instintos. Por poner un ejemplo, el colega de arriba, Jaime González, "Jefe de Opinión de ABC" (como ser el póster de Samantha Fox en una galera, una moto de agua en el desierto, un peluche en una sauna, un polvorón en un botijo sellado...), lamentando mucho la renuncia de Benedicto XVI el otro día. Muchísimo. La lamentaba, la lloraba, la berreaba. Y se tiró al barro como una plañidera. Se rasgó las vestiduras. Y empezó con las alabanzas. Se lanzó al panegírico. Ascendió a la loa, el encomio, la apología, la veneración, el éxtasis... Y ahí, perdida ya toda moderación, desatado sexualmente, sucumbió al piropo carnal y gritó mirando al cielo: "¡Cíclope de la inteligencia!". Tal cual. Es lo que ocurre con los "periodistas adjuntos" y la derecha manierista. Que tienen sublimada la ideología y cualesquiera de sus próceres les sugiere todo tipo de afinidades. Hasta perder el norte. El discurso. El oremus. Ah, cuántas lágrimas hizo derramar la hermosura viril de José Antonio. Ah, cuántas lágrimas está haciendo derramar la inteligencia "ciclópea" del Papa... "Cíclope de la inteligencia". No Titán. No Coloso. No Atlas. No Gigante. Con un ojo solamente. Cíclope. Como todos los feos y las feas según pasan las horas y las copas en la discoteca, que van mejorando mucho. Hasta el Papa, según va dejando de serlo, y a ti te va afectando el olor a incienso de los platós, la endorfina reclinatoria. Una progresión aritmética, la del Papa, que arranca exactamente en su joven pasado nazi. De ahí a Ratzinger Z, ¡encíclicas fuera! De ahí a Cíclope de la Inteligencia, sacadme a la mula del pesebre. Y de ahí a ¡Alcalde, todos los demás somos contingentes, sólo tú eres necesario! En fin. Qué risas me pude echar con este Jaime González. Como ver a un gitano cuando pierde los papeles con la Macarena, alumbrado de coñac. Con Rajoy todavía se corta un poco, el "Jefe de Opinión" de ABC (me parto con el carguito). Entre feos ya se sabe. Pero todo llegará. Cuando la cosa se ponga fea de verdad. En nuestro bando tenemos a Enric González, guapo a su manera. Buena pelea, pero corta. Entre González y González, el nuestro le hace un nudo corredizo con la patilla de las gafas y le grapa las orejas al culo, sólo para ver lo gracioso que anda... De periodista a "periodista adjunto".