sábado, 18 de mayo de 2013

SAN COURTOIS


En la amena y ajetreada historia del Atlético de Madrid, El Glorioso, no desentonan los desastres naturales, las pájaras, los porteros a por uvas, los delanteros a por primas, las intervenciones divinas (en contra) o los despistes del destino (a favor), así que a nadie le pareció raro o impropio que anoche se apareciera bajo los palos San Damián de Molokai (el santo entre los santos belgas) y se encarnara en la figura de Courtois (el portero entre los porteros belgas). Higuaín y Özil todavía están soñando con sus apariciones. Y Casillas, que tuvo que ver los milagros del portero rival desde el banquillo mientras a su sustituto Diego López le vacilaba su tocayo Diego Costa y, ya en la prórroga, Miranda. Otro fuera de sus casillas, y del campo, por expulsión, Mourinho, el amable. También a tomar por saco, Cristiano Ronaldo, el del comportamiento deportivo. Un  espléndido colofón para la alimaña que tenemos de entrenador, por un lado, y una colleja al orden y a tener más pundonor para nuestra señorita delantero con el pelo pintado al óleo. Ya es lástima, pero lo mejor del partido, y a la postre, fue la vergüenza y la clase en la derrota que tuvieron Xabi Alonso y Sergio Ramos, por citar a dos de los que dieron primer plano, aguardando de pie en el campo, ya muertos, a que el capitán de los atléticos levantara su trofeo. Por respeto. Todavía hay Real Madrid. Enhorabuena a los colchoneros.