lunes, 20 de abril de 2020

DIARIO DEL CORONAVIRUS EN ALGÚN LUGAR DE LAVAPIÉS (38º DÍA DE CUARENTENA)


Un cansado general de la guardia civil se trabuca en un discurso y las hienas chillan y deducen hoy en todos los medios que es la señal clara de una conspiración del gobierno y del coronavirus al alimón para tapar los errores de previsión contra la pandemia desde febrero, para que mueran más españoles de los debidos y para instaurar en el caos subsecuente un régimen estalinista que machaque la libertad de expresión (de las hienas) para mentir y encanallar aún más este bendito país de mierda... La hiena mentalmente diezmada de Díaz Ayuso ha llegado a decir que el Gobierno usa las instituciones y sus resortes legítimos de poder para lavar su imagen antes que para hacerle frente al virus.

Cuando todo esto acabe, quiero pensar que a "cosas tóxicas" como esa mujer no tardaremos en exonerarla de cualquier responsabilidad pública.

"Cuando todo esto acabe": el primero que emplee esa muletilla como título de la novela que YA  se está escribiendo tendrá de premio la gran Muñeca Chochona de la Tómbola de Remigio, el que tenía granos como gorros frigios...

Ya se amenaza con la resaca del coronavirus. Sus efectos secundarios van más allá de todo lo imaginable, y eso que los economistas y los cenizos son gente muy febril para sus cosas. Pueden joderte incluso después de muerto, o porque no te hayan contabilizado como deberían o porque sigues siendo un zombie como antes y aguantarás lo que te echen, bajada de sueldo incluida y sustitución por un robot que sí tenga ordenador en su casa de robot para hacer tu teletrabajo de descargar palés o el de hormigonar cimientos. Los efectos secundarios del bicho llegarán hasta tu conciencia de clase. Se comerán como una infección lo que entendías por futuro. El virus te joderá lo indecible incluso sin haberte contagiado. No hay laboratorio tan rencoroso. Definitivamente proviene de un animal.

Ayer me mandaron un vídeo insólito de la playa de la Malagueta, probablemente grabado antes de ayer: aguas azulísimas y plácidas con la silueta de un carguero al fondo y docenas de delfines nadando lentamente de poniente a levante entre el horizonte y la orilla con sus dorsales cosiendo la calma y nadie que les tirara un balón de Nivea. Contesté de inmediato: "Ha merecido la pena".

¿Ha merecido la pena? ¿Saben los delfines lo que nos está pasando con los bares?

Por supuesto. Y tú también deberías descojonarte.

Los bares han sido tu balón de Nívea toda la vida. Una distracción.

Bah, aunque tengas razón. Quiero mi balón de Nívea y volver a hacer el payaso. Yo sí que no puedo coser la calma con mi aleta dorsal, así que quiero estar distraído con mis distracciones. Cuando me concentro me salen las frases muy largas. Luego me toca corregir. Es demasiado pesado. Y punto. Basta.

¿Lo de arriba es bacalao con tomate?

He dicho que basta.

¿Pero lo es?

¡También podrían ser tajaditas de delfín con tomate!

No engañas a nadie.

Vale. Es bacalao con tomate. Nos hemos chupado la Semana Santa en blanco y no pude pintar las torrijas de A. ni me acordé de colgar un potaje de vigilia muy bueno que pinté hace un tiempo, con sus garbanzos, su espinaca, su huevo duro...

Tu aleta dorsal cosiendo la calma.

Pero qué chapa me estás dando, por favor.

20 DE ABRIL DEL 90


Treinta años ya. Hola, chata, cómo estás...

Y en su versión "No nos podrán parar" contra el COVID-19, aquí.