miércoles, 26 de mayo de 2010

MI BARRIO (32)

Mi barrio tiene muchos suicidas vivos, de los que se matan todos los días. Los hay de un intento largo (a lo mejor una ilusión) y los hay de muchos intentos (a lo mejor una inconstancia), y vuelta a empezar. En mi barrio se respeta mucho a los suicidas, como a las estatuas vivas (no confundir con los mimos, esas patrañas de la muerte), los perros con carácter propio o los barrenderos enérgicos barre-barre, buenos días, barre-barre. Se respeta mucho a los suicidas lo mismo que a la gente que ya se ha muerto: para que luego digan que no sabemos apreciar el esfuerzo. Los suicidios más bonitos son por amor y se hacen con una bebida distinta a la de todos los días. Los suicidios que más gente apiñan unas veces son las bodas, otras veces las drogas, y otras veces un trabajo en la calle. Aplausos. Y suicidas con pensión, en los bares casi siempre.

HAY QUE SER POSITIVO


Sí a la reproducción asistida de las parejas de guardias civiles. Sí al aborto sin consentimiento paterno de las huérfanas. Sí a la aconfesionalidad religiosa de los burdeles. Sí a la ley del patrimonio bajo los puentes. Sí a la ley de gran dependencia de los tornillos y las tuercas. Sí a la homosexualidad sobrevenida de la rosca-chapa. Sí a las fronteras naturales de las tallas pequeñas. Sí a la guerra bacteriológica de las marcas enemigas de yogur en la publicidad.