sábado, 8 de noviembre de 2014

CON PERDÓN DE LOS PAYASOS


Lo peor no es que te pillen metiendo la mano en la caja para irte de juerga; lo peor es insultar la inteligencia de la gente diciendo que te ibas dos veces al mes a Canarias desde Extremadura para trabajar con un pibón colombiano * (Olga María Henao). Esto es, para reunirte con ella 32 veces al año. Exclusivamente con ella. Que luego parece que hay otro pepero de menos galones (ya dimiso) que también se reunía exclusivamente con la misma y por idéntico asunto laboral. Y vete tú a saber quién estaba trabajando de verdad, con su tarifa y esas cosas, que no quiero yo malmeter y la vida en la carretera es muy mala... Seré tu amante bandido. Seré tu amante elegido. Electo. Yo. Ay. Votación malherida. El corazón que a Tenerife va... Para luego llorar en pantalla. Rodeado de los mismos buitres que, probablemente, han aireado el tema de los preservativos con una hora menos porque te tienen manía y no supiste opinar disciplinado en el tema del aborto. Pero cómo no ibas a piar, tú, el profiláctico, con la familia virtual numerosa que estabas sembrando en cada vuelo de trabajo... Hala, Monago, a dimitir, que esta coalición fuera del matrimonio popular ya sí que no te la perdonan... Ni nosotros. Las pelas que ha costado cada billete, una encimica de otra, y para becas de comedor, que a los niños extremeños también les gusta la carne. Y no, no es incalificable lo tuyo. Tiene nombre. Y adjetivo calificativo. Como te diría tu paisano Robe (no es un imperativo, cálmate), el de Extremoduro: "So payaso". Con perdón de los payasos. Ya te puedes poner como te pongas. Con mi pasta no, mira.


* Y no venezolano. Gracias, María Jesús.

QUE LE VUELVAN A DAR EL PREMIO AL SATÉLITE METEOSAT, QUE NO PIENSA


Casi todos los años le caía el Premio Nacional de Fotografía al satélite Meteosat, un experto en sacarle el perfil bueno a la península (sin Portugal), pero este año se lo han dado a Isabel Steva, Colita para los amigos de la Gauche Divine catalana. A su manera, la mujer también fotografiaba borrascas: gitanos, putas, travestis, directores de cine, cantantes y escritores. Lo peor. En grises y negros, como los nublados. Y hasta con gracia. Haciéndose con un ángulo de safari en la bohemia del Raval desde que comprendió que la cámara era la excusa perfecta para emborracharse y echarse unas risas con gente interesante. Que la llamaran fotoperiodista era como llamar conferencias a las broncas de Valle Inclán a los camareros, pero tampoco le importaba mucho y, encima, le pagaban. Ahora, con el premio que le han otorgado los doctos, los que saben, y hasta un ministerio entero de la cosa, el de Cultura, a la mujer la han puesto en un brete metafísico, por no decir que en un compromiso de la hostia: si decirles que se lo metan por donde les quepa o decirles que se lo metan por donde amargan los pepinos... Colita, ya sobria, ha optado por rechazar el premio y los 30.000 euros de hipoteca en una sucinta carta al ministro Wert. Que no le gusta cómo están tratando a la cultura, que no se saca la foto con él ni muerta y que se busquen a otra. ¡Zaca! Y ovación. Para quererla. La ves por esas galerías de Google poniendo las caras de la niña que desvirgó a Tom Sawyer y piensas: "Esta abuela ha sido la mujer más feliz el mundo". Y lo sigue siendo. ¡Salud, moza! Mis respetos.