domingo, 30 de junio de 2013

"EL JEROMA", NOVELA ALUCINÓGENA DE SÁNCHEZ FERLOSIO


Visto lo que pueden hacer los sabios que contrata el gobierno para sus informes, mejor una segunda opinión de parte de sabios que no sean de pago. Sabios no contratables. Lo que vienen siendo los viejos intelectuales que antes de casarse con nadie le roen la yugular al cura con un reojo desde Diógenes Laercio.  Catedráticos, novelistas, ingenieros, malabaristas, profetas tímidos... Uno se pone a mirar alrededor... Y con el primero que me encuentro es con Ferlosio y su pila de periódicos en una esquina del Café Comercial. Ya va teniendo una edad, el hombre... Los años le han pasado por encima como la cortina de un asilo y así le han dejado los pelos... Eso y la mala leche. En su día, Rafael Sánchez Ferlosio andaba a vueltas con el "Toma, Jeroma, Pastillas de Goma", que siempre ha estado el hombre a favor de las anfetaminas, pero luego escribió "El Jarama", queriendo escribir El Jeroma, de modo que el texto le quedó neorrealista contraproducente, viniendo él como venía del primer realismo mágico español con "Industrias y Andanzas de Alfanhuí", el niño que luego sería el hijo predilecto de Macondo. Ah, "El Jarama"... De lo que podía haber sido un buen relato pastillero al borde de un río, salió una cosa mecanográfica y de tergal, aunque con el aliciente de una muchacha muerta por sobredosis de agua en las últimas páginas, detalle que valoró mucho el jurado para darle el premio con el que se reconocía en la época a los escritos inofensivos para el régimen y con alguna referencia positiva al plan hidrológico nacional, el premio Nadal. Galardón por una errata que le ha estado pesando al hombre toda su vida: "Yo no soy así. Yo no escribo así. Quise decir El Jeroma, El Jeroma...". Con Alfanhuí se había adelantado a todo García Márquez, a todo Rulfo, a todo Cervantes... Con El Jeroma se habría adelantado a todo Ginsberg, a todo Burroughs... Ah, si alguien le hubiera dicho que sobre el "Toma, Jeroma" había una variante igualmente extendida en "Toma, Geroma". El devenir literario de este país habría sido muy diferente. Con "El Geroma", novela alucinógena, probablemente nos habríamos ahorrado a Castillo Puche, a los Goytisolos y a dos docenas de Juan Benet. Pero si en algún momento volviéramos al niño Alfanhuí, comprobaríamos cómo el gallo de la veleta continúa matando lagartos con su pico de hierro en los ensayos de Ferlosio. Esa lucidez de vitriolo de, por ejemplo, "Vendrán años más malos y nos harán más ciegos" (un regalo de mi amigo Germán). Oíd el frufrú de sus zapatillas de felpa, oled el aroma a tostada de su bata a cuadros, miradle esos pelos de almohada con los que cualquier día se presenta en Génova nuestro premio Cervantes a escupirle a Rajoy en su ojo de mentir. El del tic. Básicamente era por eso el traerlo a este blog, por lo de una segunda opinión a los sabios no gubernamentales, por si el gallo nos hace un favor a todos, y, qué leche, por los colores que todavía recuerdo de su Alfanhuí en mi infancia. Item más, muerto Sampedro, Ferlosio es el único que mantiene una edad independiente en lo que despotrica. Ojalá me oiga y vuelva a bajar de la veleta. Malasaña no está tan lejos de Lavapiés. Ni de la calle Génova.