sábado, 14 de abril de 2007

LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DEL TURBIO NIÑO MATOMUERO (4)


¡PEDID CERVEZA OCEÁNICA whisky de algas
el vino que siempre encuentran los náufragos!

Qué maravilla de odios calmados

Venid a ver el milagro de los ciegos y de los mudos
Recitad sin cerebro a Quevedo
Somos los mismísimos sótanos del Vaticano
Dados con cal de no comer
Recordad al Flaco Suerte
Bebía vientos baratos
Y saltaba atlético desde su mandíbula
Se hacía chicles de su propio jersey de lana
Y le salían las pompas de vejez
Que él mismo hacía reventar
Contra las motos de la policía
El Flaco Suerte murió transparente
Y no se le volvió a ver

Solazaos en la mugre aristocrática
De nuestros estómagos de negros monóculos
La comida puede esperar, y la bebida, y las mujeres
Y los hombres, los Hombres del Mito

Hoy todo es Perro
Y nosotros, de Dios,
Las mascotas descuidadas

BUHARDILLA DE LAVAPIÉS (36)

Afortunadamente
Ahora que hace sol ponte a crecer.



Rodea tu casa buscándote.




Mira a ver si eres el perro.

Di adiós al presente.
Tenemos muy pocas cabezas para coger fruta
o maletines.
Deja eso a los demás.
La policía, los enemigos. Esa gente.
Vente aquí con nosotros.
Enséñanos cualquier herida y podrás pasar.
Ya no hay ninguna



labrada reja negra en algún lugar de la noche



Mira qué solecito hace en el horror,
aunque
nos disparen unas balas exactas
los fascistas de buenos dientes,
aunque
el pasado se pierda un excelente poeta.

Vente.

Hace sol y
en sueños sabes conducir Cadillacs.

Cuando dejen de disparar colocarás tu sombrero en otro sitio.

Ahora está bien la muerte.

¿Qué culpa tienen las balas, si les gustas?

Incluso muerto,
siempre tienes presentes a tu primera bici,
a Juan Carlos Onetti
y a los ríos de España.
De vez en cuando les rezas y les pones botellas,
cigarrillos, libros, cosas así.

Es mucho más de lo que tienen ellos.

¿Qué importa que griten, si estás muerto?

14 DE ABRIL, DÍA DE LA REPÚBLICA


Cuando llegue la próxima guerra civil, hablar con los tristes abuelos de la petanca. Ellos nos darán la munición para cargar nuestros tristes cañones improvisados. Volveremos a perder hermosamente, y que viva la República.

LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DEL TURBIO NIÑO MATOMUERO (3)


VOMITA ABUNDANTEMENTE
Cubre mundo y voz
Luego subyace
Llegará tu ayer
En cualquier barra
Y será una humildad de pan duro
Lo que es un antepasado fresco que hayas dicho
Un buenos días que hayas callado
Y que fueras

He asomado la cabeza por entre la espuma
La viruta de una hamburguesa a ver mi nueva casa
Y sonaba el Réquiem de Mozart
En una versión alegre

Ladridos caligrafiados
También la risa demente de los dueños de los perros
Hombres y mujeres
La experiencia que tengo en perros, hombres y mujeres
El canto de sus gargantas
El canto de sus siluetas recortadas en la noche
Toda la música de la carne y de las cuerdas vocales de los perros
Pidiendo carne, pantalones, caricias de nicotina
Toda la música de las almas que se restriegan como jirones de conversación
Contra los pechos gastados por otras almas y otras palabras
Luna de alquitrán blanco y peces boqueantes
Con agallas de tergal
Diminutas banderas en los mares muertos

BUHARDILLA DE LAVAPIÉS (35)


HABÍA ALGO.
Un miedo grande y solitario
como un animal nube que buscara lloverme.
Ahí estaba, dentro de las horas,
con la muerte y su necesidad,
con la distancia y las cosas que se quedan solas,
en el peso secreto del otro lado:
esa balanza hambrienta donde van cayendo
corazones,
sonrisas,
recuerdos y noes,
y tal día hizo un año que nos dejó.
Ese miedo grande y negro
junto al frío que le queda a todo niño tras el llanto
que midió la paliza.
El ritmo lento y complejo con que sabemos que


hay una labrada reja negra
en algún lugar de la noche.

Cosas que salen del mar con un encargo y un aceite.
Ese miedo color carne
dentro de esta peligrosa suavidad sin nadie.
Un pájaro que duerme de costado,
como si estuviera muerto,
porque le están creciendo dos manos.

El vapor azucarado del miedo en la cabeza de un solitario
Esa voluta que asciende hasta las vigas y queda
Una calma en el horror para tiempos más enteros
Y nadie que te suba la sábana la manta Nadie
Que te baje los párpados si mueres antes de que
Vuelvas a amanecer raro