jueves, 28 de junio de 2018

LA POSTERIDAD EN VIDA DE MARADONA


Aunque los nigerianos fueran más del barrio (Lavapiés), yo iba con los argentinos. Me alegró que ganaran, por supuesto. Pero ya podrían haber pixelado (por caridad) las imágenes del dios budista Maradona en el palco. Fue demasiada la exposición a tanto saber estar y tanta elegancia en las formas de todo un modelo de comportamiento como para que no me sintiera un piojo gordo, borracho y drogado en comparación con cada uno de los ejemplarizantes planos que nos ofrecía didácticamente la televisión rusa. No somos dignos de tan señera figura regalándonos la imagen esmerada de su posteridad en vida, ese póster memorable que guardarán todos los niños argentinos en su corazón.